En
este momento histórico donde el mundo es más aldea global que nunca, donde hay
más fotografías en un minuto que en los últimos cincuenta años antes de la
aparición y masificación de la fotografía digital, en principio este
fenómeno puede excusarse en la impunidad
de hacer millones tomas con la misma cámara sin variar tan siquiera el tipo de
película que en otros tiempos se utilizaba. Aunque siempre han existido los
fotógrafos vacuos, esos que disparan sin pensar y comparten imágenes que en
muchos casos no califican ni para ejercicio, los de ahora, con la libertad solo
limitada por el soporte para almacenar las imágenes sin que cueste más
hacerlas. Paralelamente a eso el negocio digital ha masificado la idea de que
las fotos deben ser “espontaneas” sin tener ningún sentido más que enseñar lo
que haces, abaratando en el camino hasta en el gasto de neuronas para poder
componer algo más allá del inmenso cumulo de promedios que se ven sueltos por
las redes sociales, lo que tampoco es un crimen, lo que si es está en la
interpretación del oficio por parte de quienes establecen las pautas.
Hay
una cantidad grandísima de gente talentosa, metódica, que sabe construir lo que
el cliente desea sin ningún error técnico, manejan y manipulan la acción de
todos los pixeles hasta lograr imágenes hermosamente compuestas , los colores ,
la nitidez, las texturas y hasta el movimiento, todo exactamente como lo dictan
los miles de manuales gratuitos y de pago que existen en el mercado, es decir,
ni un mínimo error que las disminuya pero casi todas carecen de discurso
significativo, son hermosas postales de cualquier parte menos la opinión del
fotógrafo, por tanto no es el producto de una larga sesión de reflexión acerca
del tema tratado, ni siquiera intencionalidad en la composición, tengo la
impresión de que la competencia entre profesionales va más dedicada a superarse
técnicamente más no en lo conceptual, algo así como vivir eternamente para el
disfrute acéfalo de quien no ve más allá del asunto estético, de moda o
inventado por la mercadotecnia , construido para ser ingerido y desechado por
el espectador.
Claro,
hay notables excepciones pero son una minoría en crecimiento donde no son
influencers y por tanto su área de acción se acorta a cada momento con lo que
su voz es solo escuchada por los interesados no tecnosóficos que son realmente
pocos si lo contrastamos con los expertos en Harry Potter, las 50 sombras y
otros bestsellers de la clase lectora (de la muy ligera) parte del inmenso
entarimado de la mercadotecnia actual.
Cierta vez me invitaron para organizar una exposición colectiva en
Madrid, fuimos muchos los invitados, algunos de la elite artística del país ,
los menos (como yo) con pocos premios al lado de las autoridades y un sinfín de desconocidos cuyo trabajo entra
de la onda de la competencia en el manejo de los paquetes profesionales de retoque
fotográfico, que llevaron trabajos de promoción turística , en ese lote de
desconocidos había una joven con un trabajo si bien era bastante ingenuo
llevaba el germen de algo interesante pues hacia alegorías de su opinión sobre
lo que sucedía en su país, no eran imágenes politiqueras pues cualquier persona
hubiese inventado cientos de historias sobre el significado de sus imágenes sin
rozar el asunto político, según mi opinión y la de algunos otros maestros
presentes , el trabajo de la joven debería ser incluido pues generaba una
matriz de pensamiento y reflexión lo que hacía su trabajo “Arte”, la discusión
fue intensa pero la mayoría decidió no aceptarla por no entrar en la temática
de la colectiva, no dije más ya que mi trabajo estaba a quince ponentes por
delante, lo que permitiría ver por dónde
iba lo que escogerían y así calcular las
probabilidades de mostrar algo en esa línea ya que habían rechazado a la
muchacha bajo ese pretexto. Sé que muchos de los presentes piensa aun que fui
malcriado saliendo mucho antes de mi turno, pero la verdad es que cuando vi el
décimo portafolio con fotos de pescadores, playas, plantas, paisajes llaneros,
diablos danzantes, fiestas de san juan y pare usted de contar cuanta postal
folklórica pasó por mi retina, lo peor , los comentarios y los elogios por
resolver tal o cual deformación cromática en el pixel #75 millones
cuatrocientas cincuenta mil para mejorar ese tono Pantone #420 de la serie de
tonos metalizados sin mostrar ni siquiera tener en mente la opción de que
quienes vean las imágenes en aquel lejano país viese que en Venezuela hay algo más que imágenes turísticas, que acá
también hay reflexión, protesta, posiciones comprometidas con sus ideas,
intelectuales que se valen de los recursos léxicos de la imagen para fomentar
otras formas de ver la vida.
Siempre
pienso que ser artista es dejar al aire tus pensamientos como constancia de que
el mundo es algo más que la nada rutinaria de todos los días, esas sujetas a
las crueles leyes de la naturaleza que por crudas son aburridas, es la
liberación de un raro fenómeno que debe ser visto encerrado dentro de los
marcos para ser disfrutados por espectadores que se abrogan la posibilidad de inventarse
historias tras las imágenes , claro, los matices personales que cada uno les
dará dependerá directamente de su nivel sobre la decodificación de los símbolos
incluidos en la composición son asuntos de otra discusión, haciendo de la
visita a la galería una suerte de paseo por un zoológico donde las apariencias
siempre engañan. En cambio ahora veo con mayor énfasis no solo la paulatina
eliminación de los espacios expositivos en físico si no la aparente inocuidad
de las pantallas de computadoras, móviles y tablets con conexión a internet es
también la estandarización de las diferentes estéticas en pos de tener
visitantes asiduos al sitio web generando ganancias del múltiple negocio del internet actual,
colaborando involuntariamente en la trampa de la reducción del potencial
intelectual, massmedia mediante.
Quien
se dice artista es el que ha logrado vadear el pantano del ego tecnosófico donde tantos moran
embelesados por los destellos “geniales” pre empacados por la estética masiva
del producto y comienza a indagar desde
otras fuentes de investigación, lee sobre sus intereses y fabrica mundos
imaginarios al combinar la ficción del recuerdo con la realidad del momento,
ese que decide no pensar mucho en los recursos si no el de señalar de manera
personal su visión del mundo para dejar sueltos sus demonios al compartirlos
con sus espectadores de forma tal que su opinión tenga peso. Eso por supuesto
es un proceso bastante tortuoso para quienes ven en el universo visible cosas
que los otros dejan pasar por ordinarios para transformarlos en
extraordinarios.
Cuando
se habla de fotografías la gente usualmente deriva su pensamiento hacia los
reporteros gráficos como si las fotos fuesen solo asunto de la prensa, pero
digamos que hablamos de los maestros que cubrieron profusamente la segunda
guerra mundial, haciendo arte con los momentos más emotivos además de los espantosos,
siempre tuvieron el destello de su genialidad construyendo monumentos al
pensamiento de su época y en muchos casos su mala opinión sobre lo que el
oficio les obligaba a registrar, todo con perfección en los tonos y unos
laboratoristas geniales que trabajaron sus imágenes, obras maestras que se
mostraron sin la pompa de las galerías de arte, la gente asumió que ese tipo de
construcción de las imágenes era lo correcto , que la prensa debía comunicar
con efectividad el horror de la guerra , con responsabilidad pero sin la
alharaca amarillista de los medios actuales. Luego de terminado el conflicto
muchos sacaron sus portafolios para compartir con el mundo su visión, todo fue
en franca evolución hasta que el internet se hizo tan común como la TV por
cable solo que más barata, ahí comenzó la pelea entre le reflexión y la
mercadotecnia, la reflexión no ha ganado mucho terreno pero ahí se defiende
apenas.
Si
es bueno o malo dejaremos mejor que los tiempos avancen hasta donde deban ir
pues cada época tiene su encanto según quien lo defina, quizás en otro siglo el
trabajo decente sobreviva y los sociólogos, historiadores, filósofos y
sicólogos que pretendan deshilvanar los secretos de sociedades antiguas, tarden
siglos en desentrañar el misterio de las mayorías anodinas en eso que llamarían
arte del siglo XXI , pero que esos pocos que queden mostrando trabajo realmente
de arte, demuestren que a pesar de las apariencias en el siglo XXI existió
gente pensante.
José
Briceño 2019
@plurifotos
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