La fotografía del siglo XXI es muy distinta a la que conocí hace mucho tiempo, en el siglo pasado, cuando tomé la decisión de seguir el camino de la imagen con el fin de ganarme la vida. De esa época recuerdo las horas de laboratorio con cierta añoranza y confieso que aprendí el proceso de copiado utilizando al máximo la memoria visual pues en aquellos años aún no había organizado ningún proceso estandarizado para mis negativos, además la fotografía siempre fue un asunto de ensayo y error , donde se aprendía de las fallas, tomabas nota mental y organizabas todo el trabajo en función de los materiales utilizados, que iba desde la temperatura de los químicos, la selección de la película, la conservación de la película luego de expuesta para mantener la integridad de la gelatina, el papel , los filtros, las copias, la conservación que incluía el proceso químico para prevenir hongos, teniendo como meta que la copia sobreviviese a quien haya tomado la imagen, en fin, todo un asunto de alquimia que nos hacía sentir parte de una logia de iniciados, eso ha cambiado para siempre, con sus excepciones claro, pero casi todos nos hemos visto obligados a migrar a lo digital.
Con esto de lo digital tampoco se hace hincapié en tener las grandes y costosas cámaras, la alquimia ha muerto, no así la delicadeza del laboratorio, solo que ahora es digital por completo. Si sumamos las redes sociales da la impresión de que el oficio se ha desdibujado por aquello de la masificación que en algunos casos lo pervierte ya que cada persona que tiene un aparato que haga imágenes se siente fotógrafo, cuando la verdad es que el fotógrafo se hace con el trabajo, no con el equipo ni el uso tecnosófico que este le dé al proceso, importa en realidad la calidad del mensaje implícito en la imagen, no los recursos usados para componerla.
Si lo pensamos bien, el “revelado” digital está basado en los mismos principios del laboratorio químico, la gran diferencia está en que antes las imágenes se construían según la película utilizada, con la excepción de algunos fotógrafos muy meticulosos que usaban película de color y copiaban en blanco y negro por gusto (o esnobismo), pero por lo general uno destinaba un equipo para cada película (si querías tener varias versiones), en estos tiempos puedes hacer de todo con un mismo cuerpo, sin tener que andar cargado con varios equipos, al final lo resuelves todo en tu PC (o Mac).
Mis alumnos siempre me peguntan como pueden lograr un buen tono de grises en sus fotos B/N, también siempre se sorprenden con mi respuesta que inevitablemente es “hagan una buena medición de su luz y equilibren perfectamente los colores, lo demás es pura retórica de laboratorio digital”, si el color está bien, lo que hagan con esa imagen siempre estará bien también. Jamás utilicen la cámara en la modalidad de B/N pues los resultados son mortales, no importa que tengan un equipo de miles de dólares, uno de solo cientos o un móvil, las imágenes tomadas en escala de gises siempre saldan planas o por lo menos esa es mi experiencia.
Lo mejor es tomar su foto en colores, hace una medida de luz correcta, si no están muy seguros por favor hagan bracketing (u ahorquillado, como quieran decirle), trabajen su archivo con el software de su preferencia teniendo especial cuidado de los detalles de toda la imagen, resaltando luces, colores, texturas y todo aquello que sume para que la fotografía sea lo más cercano a la perfección y después hagan la conversión a B/N teniendo en cuenta que ese archivo responde a otras características diferentes al color que tenemos que tratar luego, en ningún caso hagan la conversión del archivo hasta tanto no hallan revisado a profundidad su imagen, no hay excusa pues software de revelado hay hasta para móviles y si los pagan serán mucho más completos que los gratuitos, también se vale bajarlas a PC y luego volver a subirlas al móvil para luego montarlas en las redes.
Entonces no hay secretos, para una imagen en correcto tono, solo hay que estar atento a los detalles, no recurrir a ningún filtro “Mágico” tipo Instagram no confiar en automatismo alguno, el detalle es lo que hace grande a una foto y por añadidura al fotógrafo.
Prof. José ramón Briceño, 2017
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