Los fotógrafos noveles (en su mayoría)
han carecido de formación en el ejercicio del oficio a la antigua, es decir,
muy pocos aprenden la tomar fotografías con procesos analógicos, de esos pocos
son menos aun los que han podido disfrutar del aprendizaje de laboratorio, ese
que va desde la selección de la película indicada, el revelado y la posterior
copia de cada fotograma. Tengo la impresión de que quienes aprenden a moverse
entre los haluros son mejores o cuando menos más dedicados fotógrafos que
quienes hacen uso y abuso de las posibilidades casi ilimitadas de lo digital
pues jamás será lo mismo enfrentarse a 36 fotogramas por rollo que a las miles
de imágenes que puede almacenar una tarjeta de 64 gigabytes sin hablar de las
nuevos dispositivos de más capacidad. Además creo que la discusión tecnosófica perdería
un poco de su extremo tono si, como nos pasa a muchos que venimos del ejercicio
analógico como aprendizaje.
Entre las múltiples ventajas de
trabajar con película está como primer punto la delicadeza al escoger la imagen
a tomar, como ya dije en el párrafo superior los 36 fotogramas son una “limitante”
ya que nos obliga a escoger el instante
para el disparo, eso sin hablar de la imposibilidad de saber al instante como
sale la toma, esa la veremos tiempo después de haber pasado por el laboratorio
y en algunos casos los errores son solo apreciables cuando se amplía la imagen a
menos claro que trabajemos con medianos o grandes formatos de película, cosa
que también es complicada por aquello de los costos asociados que van desde la
compra de un equipo de ese formato hasta los precios de cada película, que en ningún
caso será económica.
Andando por algunos países de Latinoamérica
pude ver cómo había una camada de jóvenes comenzando por ese camino analógico,
en algunos casos me acerqué a preguntar los detalles, emocionado por ver que aún
se hace ese aprendizaje, mi emoción bajó cuando en la mayoría de los casos me
hablaban de que una vez tomada la película enviaban el rollo a una tienda
especializada que se ocupaba de todo el proceso. Jamás vi copia alguna pero
puedo pensar que en su mayoría han de ser mediocres, dejar el proceso en manos
ajenas hace complicado tener una perspectiva de lo que se debe hacer como una
buena copia, por lo general los laboratorios que trabajan grandes volúmenes de
copias trabajan por promedio , cosa que como todo promedio da resultados
mediocres sin que quede (aunque hay excepciones) un resultado realmente optimo,
todos aquellos que alguna vez trabajamos el laboratorio analógico podemos dar
fe de las horas que perdimos haciendo copias fallidas hasta lograr lo más
cercano a la perfección.
En fin, creo que las nuevas y
viejas escuelas de fotografía deberían afincarse un poco en el trabajo con película,
sabemos que es costoso, engorroso y en muchos casos está subestimada por
aquello de preferir los nuevos modelos, software y la comodidad de procesar las
imágenes con todas las facilidades de estos tiempos, sin hablar delo expedito
de la imagen que junto a la facilidad de obtener con cualquier adminiculo de
los tantos del mercado (Smartphone, cámaras compactas, réflex, semireflex, mirrorless
etc.etc) que hacen que cualquiera se crea fotógrafo en estos tiempos. Es una
lástima que sea tan costoso volver a esa tecnología, ojalá alguna vez podamos
fundar una escuela cuyo fin fuese el de solo trabajar en analógico para
producir varias generaciones de nuevos fotógrafos que no se dejen impresionar
por el lio tecnosófico pues su norte seria la imagen y su proceso que como
sabemos muchos a pesar de lo complicado que pueda verse para quienes jamás han
estado en esas lides de químicos, papeles, películas, ampliadores, temperaturas
y hasta conservación de esas copias , siempre es menos difícil y mucho más
permanente que cualquiera de las martingalas tecnosóficas de software y
obsolescencias tecnológicas.
Prof. José Ramón Briceño, 2017
@plurifotos
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