Los
fotógrafos se clasifican según el segmento comercial al que se dediquen, hay
que ganarse la vida de alguna manera, por fortuna somos pocos los que nos
dedicamos a la docencia, sin embargo veo con cierta preocupación que hay muchos
menos que se preparan para ser docentes pues veo cada vez más (y eso lo repito
bastante) fotógrafos con altísimo grado técnico pero pobre trabajo autoral,
atados por las cadenas de la tecnosofía. En el caso de los fotógrafos que se
dedican a nichos comerciales donde el hecho técnico es algo casi mecánico donde
la creatividad está de parte de otros como
los publicistas que le dan un history board al que ceñirse y listo, no hay gran
problema, así hay un número más o menos grande de variantes del oficio donde es
más importante complacer al cliente que a sí mismo.
El
asunto que me incomoda es que muchos se dicen artistas o se esconden tras la
cámara para decirse artistas como si utilizar un aparato de esos fuese patente
de corso para hacer circo de los lugares comunes, vale, una foto bonita siempre
será una foto bonita pero en casi ningún caso será arte, más bien formará parte
del inmenso cúmulo de lugares comunes que flotan como basura en las redes sociales
o en el caso de los afortunados, en las páginas de hermosos y muy costosos
libros exhibidos pero jamás comprados por la misma razón, son imágenes tantas
veces vistas que no mueven a ningún comprador.
Parte
de la culpa recae sobre nosotros los docentes del área, he escuchado cosas como
que si no usas tal o cual software de retoque no eres fotógrafo, que debes tener un ordenador o tampoco aplicas , la cámara ha de ser una de miles de dólares, la
perfección , el RAW, el HDR pero casi
nunca oigo hablar del concepto, del trabajo intelectual del fotógrafo (en este
caso hay honrosas excepciones debo acotar) , de lo importante de no
desconectarse de las otras expresiones del arte , ni siquiera he oído ninguna
discusión sobre la originalidad o su ausencia en el trabajo de los noveles o de
alguno de los consagrados.
En
el caso de lo “original” estoy convencido que eso en estado puro no existe,
filosofías aparte somos el producto de tres mil años de historia y cultura que
arrastran cosas desde la oscuridad de los primeros tiempos del hombre, en el
caso de los venezolanos es hasta más complicado el asunto con aquello del
mestizaje que trae en nuestro ADN restos de culturas olvidadas pero cuyos
trazos aún perviven en algunas manifestaciones o expresiones del quehacer diario,
si a eso le sumamos el cine, la televisión, el internet, la publicidad, la
literatura, la pintura, la escultura, los museos y las diferentes percepciones y formas en las que cada grupo familiar ha traducido toda esa información , es
impensable que podamos escapar a tales influencias , que dicho sea de paso no
son para nada malas, muy al contrario, son una maravilla.
Esa
interconexión entre lo que leemos,
vemos, oímos, aprendemos y hasta hablamos que deviene de todo lo hecho,
pintado, fotografiado, filmado, escrito o construido , le llamamos
“Intertextualidad”. Quizás algún lector se preguntará ¿hacia dónde va este
artículo que niega de plano la originalidad para sustituirla con un término tan
exótico como la intertextualidad?, la respuesta es sencilla, para buscar ser
originales en nuestra propuesta toca investigar bastante, leer mucho, preguntar
más, buscar en donde se pueda las referencias posibles sobre trabajos
anteriores a ese que queremos hacer, pero en ningún caso para copiarlos, más
bien para ubicar puntos coincidentes con nuestra mirada, es decir, en vez de
tener una sola influencia marcada deberíamos tener múltiples influencias ,
tomando cosas de cada uno de los maestros de la imagen.
La
parte complicada está en pasar todo ese conocimiento por el tamiz de nuestra
mirada personal e impregnarlo todo de nuestra vivencia, lo que acercaría la
obra a ser realmente un trabajo cuya aproximación a lo original sea suficiente
como para ser considerado arte. He repetido varias veces en otros artículos que
ser artista es tener el valor suficiente para andar desnudo en las paredes
donde se muestre nuestra obra ,pero como si fuese poco, tenemos que tener la
suficiente humildad para reconocer que no somos más que la suma de lo que
aprendemos , que mientras más buscamos información así será nuestro trabajo,
que ser artista no es una pose, ser fotógrafo tampoco es tener millones en
equipo, ser artista tener un trabajo que “obligue” al espectador a ver dos
veces nuestra obra, aprender a incluir múltiples códigos en una imagen para que la decodificación del mensaje también
responda a varias interpretaciones sin que la ausencia de los referentes sea
impedimento para que cualquier mortal pueda disfrutar el goce estético de
admirar tu trabajo.
Articulo patrocinado por Manual de fotografía para principiantes
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Profesor
José Ramón Briceño
@plurifotos
Foto: Chema Madoz |