sábado, 6 de junio de 2015

La pose fotográfica del novato


Andando por ahí se ven muchas cosas, una de ellas es la absurda pose de importancia que muchos aficionados asumen cuando tienen una cámara en la mano, si el equipo es una refléx tanto mayor será la pose de “estrella”. Cuando veo esas cosas me espanto pues creo que alguna vez debo haberme visto así, quiero imaginar que ese tiempo ha pasado y que me asumo como un mortal cualquiera, al final uno no es más que eso, para creerse la gran cosa están los salones y hasta los posibles jefes.

La cosa me alarmó una vez que estuve de visita en una escuela de fotografía, obviamente los alumnos más jóvenes se pavoneaban por las instalaciones con la cámara al hombro, lo más gracioso fue escuchar a un joven decirle a otro que el cargaba la cámara analógica al hombro pues se sentía más fotógrafo, ciertamente me provocó decirle dos cosas pero es de mal gusto andar corrigiendo alumnos ajenos. En otra parte donde estuve haciendo, una compañía grande que me contrató para hacer el registro de una de sus actividades, vi que varios empleados andaban pululando con cámaras por el sitio, uno de ellos me reclamó pues decía que yo estaba atravesado en su campo de visión, voltee y me quité, no sin antes decir alguna cosa poco amable para reclamar el mal gusto de la forma del reclamo, ahí caí en cuenta que quienes cargaban la cámara tenían una pose de superioridad, imagino que era una manera de llamar la atención de sus jefes, para que ellos (los jefes) supieran de la devoción por la empresa, tanto así que se dignaban a hacer fotografías sin que ese fuese su trabajo.

La crítica viene por lo siguiente, si hacemos algún trabajo que pretenda ser documental, lo mejor es pasar desapercibidos pues de otra se pierde la oportunidad de registrar lo que en realidad está sucediendo, la única manera de hacer el trabajo y que tenemos que intervenir es cuando se hacen fotografías de eventos sociales, allí toca hablar con la gente, agruparlas y hasta repetir varias veces las imágenes hasta estar conformes, sin embargo considero que en esas oportunidades igual toca hacer acopio de paciencia y ser cortes con todos, las poses también sobran.

El asunto ese de las cámaras no debería ser algo preponderante, mejor cámara no hace mejor fotógrafo, el fotógrafo lo hace el ojo y la posibilidad de pasar desapercibido solo para no molestar a nadie, permitir que lo que sea que se esté fotografiando salga lo mejor posible, aunar todo el conocimiento que sumado a las manías propias de cada quien, genere resultado que queremos nosotros y también el cliente.

Con los aficionados mucho no se puede hacer, sin embargo imagino que es tarea de los docentes de las diferentes escuelas, dedicar tiempo a hablar del asunto con sus alumnos, repasar las cosas que dice gente importante (yo ahí no aplico) como Sebastián Salgado quien dice muy acertadamente que la cámara es solo un aparato, lo importante está en el cerebro.
José Ramón Briceño, 2015
@plurifotos




lunes, 1 de junio de 2015

Juan Rulfo en haluros

Desde hace unos años he decidido compartir mi oficio primigenio de la fotografía con un nuevo juguete llamado literatura, la verdad el vicio lector es una costumbre implantada desde mi infancia, cuando era niño no habían tantas cosas interesantes para hacer en casa y como nunca fui una persona muy sociable que digamos pues me dedique a la introspección de las letras impresas, siempre fueron un viaje de ida y vuelta sin salir de mi habitación.

Entre los libros más interesantes de aquellos tiempos está “El llano en llamas” y “Pedro paramo”, aunque este último la verdad lo vine a entender a cabalidad ya de adulto, igual me gustaba el uso del lenguaje. Después de muchos años preguntándome como logró ser tan descriptivo en sus libros, me entero que además de escribir, hacia fotografía. En esas imágenes quedó grabado el México que él conoció y del cual tuve en suerte también conocer (aunque casi un siglo más tarde) pues estuve algún tiempo refugiado en el sur de aquel país, región donde están ubicados todos los cuentos.

Nacho López, en su artículo “El fotógrafo Juan Rulfo”, dice a propósito de la conjunción de éste como fotógrafo y como escritor: “con una simple mirada, y quizá sin explicárselo, mucha gente ha sentido ese profundo paralelismo; y sin conocer sus libros, desconectando cualquier relación, las fotos de Rulfo se sostienen por sí mismas. No creo que Rulfo se hubiera propuesto buscar analogías; simplemente su sensibilidad de artista conformó una visión poética y dolorosa del ámbito rural. Sus fotos connotan lecturas que producen metáforas muy ligadas a sus constantes literarias como la aridez, paredes agrietadas, atmósferas opresivas, soledades y ecos en las lejanías”

Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, conocido como Juan Rulfo (Acapulco, 16 de mayo de 1917 - Ciudad de México, 7 de enero de 1986), fue un escritor, guionista y fotógrafo mexicano, perteneciente a la generación del 52.2 La reputación de Rulfo se asienta en dos libros: El Llano en llamas, compuesto de diecisiete relatos y publicado en 1953, y la novela Pedro Páramo, publicada en 1955.
Autorretrato de finales de los años 30




Más famoso como escritor que como fotógrafo, legó un importante registro de México de principios del siglo XX, acá publico una muestra de su trabajo en haluros de plata, un recordatorio del espíritu de sus libros que en vez de letras leemos en imágenes.














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