Ahora
que recién estoy ejerciendo la docencia de manera oficial, con cargo septiterno
(hasta jubilarme) y sueldo fijo más bonificaciones me he planteado por primera
vez, un plan de largo plazo para mis clases, creo que esa oportunidad de “fundar”
una cátedra desde cero es algo excepcional pues no todos los fotógrafos tienen
chance de organizar su propio espacio de trabajo sin más a quien rendirle
cuentas que a tus propios alumnos. En virtud de eso me he vuelto un tanto
exigente y quizás algo insolente, más allá de las estrategias pedagógicas,
tengo entendido que quien ose llamarse fotógrafo cuando menos no debe imitar a
las fotos que hace mi abuela con su celular.
Seguramente
varios de mis exalumnos me odian, no puedo entender a alguien que quiera
aprender algo pero no le dedique cuando menos medio día a la práctica y al estudio,
que no investigue, que no pregunte más que bobadas y que de paso se crea la
gran cosa por que usa los filtros de los procesadores de fotografías que tienen
algunos modelos de teléfono móvil.
La
fotografía, desnuda, sin los adminículos tecnológicos sigue siendo la misma
cosa, una caja oscura con un agujero por donde entra la luz y una superficie
fotosensible que la capta. Así tengas un equipo de cien mil dólares con ópticas
de cristal lunar y unos equipos de iluminación que se manejan por computador,
si tú cerebro no te da para más, tus fotos jamás serán si no otras más de las
millones de malas imágenes que navegan en las redes.
Hoy
estoy particularmente ofendido pues he visto con espanto como muchos jóvenes y
otros no tanto, se ufanan por las redes con bodrios espantosos que tienen el
descaro de decirles fotografías cuando la verdad no pasan de imágenes, sin
sentimiento ni pensamiento no hay fotografía posible.
Tengo
la impresión de que muy poca gente se detiene a meditar una imagen antes de
disparar el obturador, todos al parecer piensan en “sorprender” a otros cuando
la realidad de la mirada es que debe sorprenderlo a uno. Toca tomarse el tiempo
necesario frente al visor, analizar la luz, saber dónde medirla y disparar
varias fotografías con diferentes
exposiciones y encuadres , al principio es complicado pero con la práctica
se logra, para eso toca leer, escuchar, hablar, mirar, investigar y mucho
practicar, cuando se miran muchas fotos, se analiza lo que se mira y hasta se
escucha el pensamiento, las imágenes comienzan a ser otra cosa, no una
reproducción de los que miramos, aun cuando así sea toca buscar un elemento que
la distinga, cuando se alcanza algo parecido a la originalidad es porque ya
podemos sentirnos cómodos desnudos en la obra, somos individuos y como tales
somos diferentes, esa diferencia se nota en la imagen.
Al
final mi plan a largo plazo es intentar que la mayoría de mis alumnos entiendan
de que va el asunto este de la creación, que se tomen el tiempo de pensar su
imagen, que su proceso intelectual pese cada día más sobre su obra, que miren
la obra de otros, que sepan que lo realmente valioso es el cerebro, no la
cámara, esas las hacen en serie.
Profesor
José Ramón Briceño Diwan, 2014
@plurifotos
Mirando-nos, imagen participante de la 10ma. Bienal Nacional de Fotografía de Venezuela,
autor: José Briceño @plurifotos
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¡Éxitos entonces!
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