Las compañías fotográficas, creo, en una estrategia
de mercadeo bien orquestada han venido fabricando equipos compactos con más
prestaciones cada día, los automatismos así mismo se han transformado convirtiendo
la imagen algo cada día menos complicado, las escuelas y cursos de formación se
han multiplicado, por varios factores, el primero pues ese de que los equipos
están más baratos y accesibles cada día, el Internet nos pone en constante
contacto con las novedades y los que pueden solamente con su tarjeta de crédito
pues acceden a estos, los menos pues se valen de los comerciantes para ponerse
al día con equipos y accesorios. La otra pues la economía no esta bien para
muchos y se deciden por dictar clases para ordenar el ingreso mensual, además que esa misma
facilidad y acceso a los equipos baratos y funcionales sumada a la economía deficitaria
empuja a muchos al mercado relativamente fácil de la foto social y hasta de
algunos géneros menos complicados del
oficio, eso no tendría problema si sus honorarios no estuviesen tan por debajo
de lo que generalmente cobra un profesional, claro también tenemos que sumar a
todo eso que la masificación de la fotografía digital ha desacralizado el
oficio para todos, lo que conlleva a una considerable merma en la credibilidad
que antaño teníamos los fotógrafos.
Pues bien al final el que todos anden haciendo fotos
no tiene gran problema, quizás el único punto amargo del asunto está en la
vaciedad de los millones de bites que circulan a diario por la web en forma de imágenes,
el hecho de que se decupliquen las escuelas tiene como consecuencia a miles de
aficionados armados con los más diversos aparatos (desde celulares hasta
compactas, pasando por réflex de bajo precio) registrando todo a su alrededor,
sin embargo esto no ha redundado en un mejor manejo de la imagen, al contrario,
la ha banalizado.
Como vivimos en un país (Venezuela) lleno de
contrastes y bellezas naturales pues no hacer fotos es casi sacrilegio, pero el
hecho de hacer miles de fotos “bonitas” sin ningún fin pues diluye la
intención, claro, tenemos que saber que lo normal son miles de imágenes para
seleccionar unas pocas para mostrar, sin embargo ahora se muestran miles sin
que ninguna sea lo suficientemente fuera de lo común para ser mostrada en
exclusividad. Cada día hay más técnicos que se dicen fotógrafos y menos fotógrafos
de oficio, esos que se preocupan por mantener un discurso coherente y una línea
(o muchas) de investigación visual.
Tenemos millones de imágenes de viejitas,
amaneceres, atardeceres, mendigos, ventanas coloniales, diablos danzantes
(ahora harán furor) , vaquitas, animales de granja, campos, niñitos de todas
las edades y condiciones pero casi ningún esfuerzo por organizar portafolios y
mostrar fotografías que nos muestren un proceso de reflexión en torno al tema
que quieran, eso termina por ahogar hasta el gentilicio pues no tenemos una “Fotografía
Venezolana” a pesar de que tenemos muchos venezolanos haciendo fotos, aun no
tenemos una definición especifica de nuestra imagen como en otras latitudes, ya
saldrá alguno de los amigos docentes diciéndome que no estoy en lo cierto, pero esa es mi visión,
los portafolios al parecer están desapareciendo y pocas son las instituciones
que se dedican a impartir clases al respecto y cuya preocupación esté más allá
del asunto mercadotécnico de tener un publico que aprenda a manejar sus equipos
pero sin ninguna clase de formación sobre la forma de mirar, evadiendo los
sitios comunes, hasta clases para manejar la cámara del celular hay.
La diferencia básica entre el aficionado avanzado y
el profesional es que este ultimo cobra por su trabajo, pero además el
profesional que tiene la imagen como un oficio, por lo general es también un
compulsivo de hacer fotos, seguramente tiene muchos discos y memorias llenas de
fotos pero muestra solo una parte infinitesimal de todo ese archivo,
precisamente por que se cuida del discurso y piensa siempre en una obra
completa pues la oportunidad de una exposición siempre está presente y no es de
gente seria andar mostrando desordenadamente el trabajo, a menos que esa sea la
intención, pero hasta en ese aparente desorden hay un orden y un discurso
pensado para comunicar algo al espectador.
Entiendo que todos queremos hacer fotos y que también
queremos mostrar eso, pero considero que debemos volver a la época de los
portafolios y el análisis profundo de los temas al ser abordados, no hacemos
nada con lindas fotos si estas no dicen nada pues ese mismo vacío las termina
matando por lo común de el abordaje, hagamos un ejercicio de reflexión al ir
organizando nuestro trabajo, eso no tiene la gran ciencia, solo es asunto de
dedicación y mínimo orden, es más , ni siquiera significa atarse a un tema por
tiempos largos, podemos manejar varios e ir haciendo archivos metódicos que en algún
momento serán la materia prima de un portafolio, con el fin de comenzar a
formar esa fotografía Venezolana que trascienda al mercado e ir dejando esa
memoria visual organizada a las futuras generaciones que seguramente tendrán un
mundo con menos cosas de las que hoy tenemos el placer de ver.
José Ramón Briceño,2013
@plurifotos
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