martes, 29 de enero de 2019

La mediatización estética en la fotografía contemporánea



En este momento histórico donde el mundo es más aldea global que nunca, donde hay más fotografías en un minuto que en los últimos cincuenta años antes de la aparición y masificación de la fotografía digital, en principio este fenómeno  puede excusarse en la impunidad de hacer millones tomas con la misma cámara sin variar tan siquiera el tipo de película que en otros tiempos se utilizaba. Aunque siempre han existido los fotógrafos vacuos, esos que disparan sin pensar y comparten imágenes que en muchos casos no califican ni para ejercicio, los de ahora, con la libertad solo limitada por el soporte para almacenar las imágenes sin que cueste más hacerlas. Paralelamente a eso el negocio digital ha masificado la idea de que las fotos deben ser “espontaneas” sin tener ningún sentido más que enseñar lo que haces, abaratando en el camino hasta en el gasto de neuronas para poder componer algo más allá del inmenso cumulo de promedios que se ven sueltos por las redes sociales, lo que tampoco es un crimen, lo que si es está en la interpretación del oficio por parte de quienes establecen las pautas.

Hay una cantidad grandísima de gente talentosa, metódica, que sabe construir lo que el cliente desea sin ningún error técnico, manejan y manipulan la acción de todos los pixeles hasta lograr imágenes hermosamente compuestas , los colores , la nitidez, las texturas y hasta el movimiento, todo exactamente como lo dictan los miles de manuales gratuitos y de pago que existen en el mercado, es decir, ni un mínimo error que las disminuya pero casi todas carecen de discurso significativo, son hermosas postales de cualquier parte menos la opinión del fotógrafo, por tanto no es el producto de una larga sesión de reflexión acerca del tema tratado, ni siquiera intencionalidad en la composición, tengo la impresión de que la competencia entre profesionales va más dedicada a superarse técnicamente más no en lo conceptual, algo así como vivir eternamente para el disfrute acéfalo de quien no ve más allá del asunto estético, de moda o inventado por la mercadotecnia , construido para ser ingerido y desechado por el espectador.

Claro, hay notables excepciones pero son una minoría en crecimiento donde no son influencers y por tanto su área de acción se acorta a cada momento con lo que su voz es solo escuchada por los interesados no tecnosóficos que son realmente pocos si lo contrastamos con los expertos en Harry Potter, las 50 sombras y otros bestsellers de la clase lectora (de la muy ligera) parte del inmenso entarimado de la mercadotecnia actual.  Cierta vez me invitaron para organizar una exposición colectiva en Madrid, fuimos muchos los invitados, algunos de la elite artística del país , los menos (como yo) con pocos premios al lado de las autoridades y  un sinfín de desconocidos cuyo trabajo entra de la onda de la competencia en el manejo de los paquetes profesionales de retoque fotográfico, que llevaron trabajos de promoción turística , en ese lote de desconocidos había una joven con un trabajo si bien era bastante ingenuo llevaba el germen de algo interesante pues hacia alegorías de su opinión sobre lo que sucedía en su país, no eran imágenes politiqueras pues cualquier persona hubiese inventado cientos de historias sobre el significado de sus imágenes sin rozar el asunto político, según mi opinión y la de algunos otros maestros presentes , el trabajo de la joven debería ser incluido pues generaba una matriz de pensamiento y reflexión lo que hacía su trabajo “Arte”, la discusión fue intensa pero la mayoría decidió no aceptarla por no entrar en la temática de la colectiva, no dije más ya que mi trabajo estaba a quince ponentes por delante, lo que  permitiría ver por dónde iba lo que escogerían  y así calcular las probabilidades de mostrar algo en esa línea ya que habían rechazado a la muchacha bajo ese pretexto. Sé que muchos de los presentes piensa aun que fui malcriado saliendo mucho antes de mi turno, pero la verdad es que cuando vi el décimo portafolio con fotos de pescadores, playas, plantas, paisajes llaneros, diablos danzantes, fiestas de san juan y pare usted de contar cuanta postal folklórica pasó por mi retina, lo peor , los comentarios y los elogios por resolver tal o cual deformación cromática en el pixel #75 millones cuatrocientas cincuenta mil para mejorar ese tono Pantone #420 de la serie de tonos metalizados sin mostrar ni siquiera tener en mente la opción de que quienes vean las imágenes en aquel lejano país viese que en Venezuela  hay algo más que imágenes turísticas, que acá también hay reflexión, protesta, posiciones comprometidas con sus ideas, intelectuales que se valen de los recursos léxicos de la imagen para fomentar otras formas de ver la vida.

Siempre pienso que ser artista es dejar al aire tus pensamientos como constancia de que el mundo es algo más que la nada rutinaria de todos los días, esas sujetas a las crueles leyes de la naturaleza que por crudas son aburridas, es la liberación de un raro fenómeno que debe ser visto encerrado dentro de los marcos para ser disfrutados por espectadores que se abrogan la posibilidad de inventarse historias tras las imágenes , claro, los matices personales que cada uno les dará dependerá directamente de su nivel sobre la decodificación de los símbolos incluidos en la composición son asuntos de otra discusión, haciendo de la visita a la galería una suerte de paseo por un zoológico donde las apariencias siempre engañan. En cambio ahora veo con mayor énfasis no solo la paulatina eliminación de los espacios expositivos en físico si no la aparente inocuidad de las pantallas de computadoras, móviles y tablets con conexión a internet es también la estandarización de las diferentes estéticas en pos de tener visitantes asiduos al sitio web generando ganancias del  múltiple negocio del internet actual, colaborando involuntariamente en la trampa de la reducción del potencial intelectual, massmedia mediante.

Quien se dice artista es el que ha logrado vadear el pantano  del ego tecnosófico donde tantos moran embelesados por los destellos “geniales” pre empacados por la estética masiva del producto  y comienza a indagar desde otras fuentes de investigación, lee sobre sus intereses y fabrica mundos imaginarios al combinar la ficción del recuerdo con la realidad del momento, ese que decide no pensar mucho en los recursos si no el de señalar de manera personal su visión del mundo para dejar sueltos sus demonios al compartirlos con sus espectadores de forma tal que su opinión tenga peso. Eso por supuesto es un proceso bastante tortuoso para quienes ven en el universo visible cosas que los otros dejan pasar por ordinarios para transformarlos en extraordinarios.

Cuando se habla de fotografías la gente usualmente deriva su pensamiento hacia los reporteros gráficos como si las fotos fuesen solo asunto de la prensa, pero digamos que hablamos de los maestros que cubrieron profusamente la segunda guerra mundial, haciendo arte con los momentos más emotivos además de los espantosos, siempre tuvieron el destello de su genialidad construyendo monumentos al pensamiento de su época y en muchos casos su mala opinión sobre lo que el oficio les obligaba a registrar, todo con perfección en los tonos y unos laboratoristas geniales que trabajaron sus imágenes, obras maestras que se mostraron sin la pompa de las galerías de arte, la gente asumió que ese tipo de construcción de las imágenes era lo correcto , que la prensa debía comunicar con efectividad el horror de la guerra , con responsabilidad pero sin la alharaca amarillista de los medios actuales. Luego de terminado el conflicto muchos sacaron sus portafolios para compartir con el mundo su visión, todo fue en franca evolución hasta que el internet se hizo tan común como la TV por cable solo que más barata, ahí comenzó la pelea entre le reflexión y la mercadotecnia, la reflexión no ha ganado mucho terreno pero ahí se defiende apenas.

Si es bueno o malo dejaremos mejor que los tiempos avancen hasta donde deban ir pues cada época tiene su encanto según quien lo defina, quizás en otro siglo el trabajo decente sobreviva y los sociólogos, historiadores, filósofos y sicólogos que pretendan deshilvanar los secretos de sociedades antiguas, tarden siglos en desentrañar el misterio de las mayorías anodinas en eso que llamarían arte del siglo XXI , pero que esos pocos que queden mostrando trabajo realmente de arte, demuestren que a pesar de las apariencias en el siglo XXI existió gente pensante.
José Briceño 2019
@plurifotos
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4 comentarios:

  1. Disfruté la lectura de tu texto Profesor! Da para tener una buena conversa acompañado del "Santísimo Ron con limón". Abrazo querido mirón.

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  2. Recuerdo estar presente en ess exposición... Yo me anoto en ese ron, siempre voy agradecer cada nota de aprendizaje que ud me deja maestro

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