viernes, 10 de octubre de 2014

Técnica y concepto, valores indivisibles


Recientemente se me presentó la oportunidad de dar clases de fotografía, de una manera más firme y sin los protocolos que implica trabajar para escuelas de terceros, casi como fundar una escuela propia pero donde tu sueldo es fijo y los gastos operativos corren por cuenta de otro, por supuesto he decidido abrir varios niveles de aprendizaje, donde solo el primer nivel es para hablar distendidamente de técnicas y los demás (dos nada más) son para dedicarlos al asunto de la conceptualización, que por cierto es lo que más me preocupa de la formación de los fotógrafos noveles.

En estos tiempos ya la fotografía ha dejado de ser un espacio para iniciados y gurúes de las “ciencias inexactas” para abrirse a todo tipo de público, gracias a las cámaras digitales que cada día cuestan menos dinero (excepto Venezuela) y tienen más funciones, el asunto de hacer fotos es algo más de las masas que hace diez años por ejemplo, sin embargo eso ha traído como problemas que mucha gente deje de lado eso que significa ser artista o cuando menos pretenderlo.

A diario veo cientos de fotos malas en las redes, también miro con cierto estupor como hay concursos de fotografía cuyos participantes envían cosas francamente malas aunque técnicamente bien ejecutadas, son cascarones vacíos sin discurso alguno. En esta oportunidad he tenido que revisar el trabajo de varios alumnos nuevos que pretenden entrar a estudiar el segundo nivel, miro fotos excelentemente expuestas, en algunos casos con benos encuadres y perspectivas interesantes, con un muy buen manejo del color pero todo se cae cuando se analiza la imagen, resulta que son unas más del inmenso montón de nada muy bonita que anda por ahí rodando, algunos de esos aspirantes se han levantado de la mesa luego de la discusión de sus fotos y se han ido para no volver, otros se molestan pero se quedan en sus sillas y vuelven a la semana siguiente para comenzar el periplo educativo, los menos se han puesto a discutir porque su profesor anterior le dio elogios profundos a sus fotos y que yo era un grosero por desautorizar la muy importante opinión de otro docente, a esos no espero que se retiren, se los solicito de manera muy cortes y hasta me ofrezco a dar el reembolso de lo que le pagó al instituto por sus clases.

En fin, sigo con la campaña por la necesidad de crear alumnos más reflexivos en torno al asunto fotográfico, que generen un discurso realmente denso en su trabajo autoral, para los otros espacios del oficio hay mucha gente dictando talleres, cursos y hasta diplomados pues no todas las formas de ganarse la vida con la cámara responden a ningún tipo de pensamiento profundo, sin embargo tampoco sobra quien le de algunas vueltas diferentes a las muy trilladas fotos de  eventos sociales, publicidad, alimentos, arquitectura, prensa o farándula, esas responden a otros parámetros menos exigentes pero como demuestran los maestros si le metes concepto funcionan mejor.

Creo que eso es hacer un llamado a todos los amigos que dictan clases de fotografía, aunque la técnica jamás sobra, aprender las nuevas maneras de hacer fotografías siempre es bueno, también es interesante formar gente que se vea “obligada” a pensar de manera conceptual, de esos que permean su sentir u opinión personal en cada imagen que muestran, esos que terminan por ser llamados artistas y que en algún momento de su carrera terminan pensando más en la imagen que en el equipo para lograrla o los recursos que los puristas tecnosóficos gritan a los cuatro vientos.
Prof. José Ramón Briceño, 2014
@plurifotos


domingo, 5 de octubre de 2014

Hacia una fotografía “Venezolana”


Las redes sociales se han vuelto una suerte de asistentes de divulgación gratuitos para todos lo que los humanes hacen, en el caso de la fotografía ya sabemos que por segundo hay millones rodando por ahí. En el caso de los fotógrafos “serios” también pasa, sin embargo hay algunos trabajos de los que uno se pregunta ¿Cómo no les da pena mostrar eso? O ¿Cómo ese amigo con esas fotos tan “normales” logra una pared en una galería en alguna parte del mundo?, más allá de las consideraciones estéticas o académicas, la respuesta es simple, ellos se atrevieron.

Si amigos míos mucho de eso es un asunto de ser algo atrevido, organizar el trabajo, darle cierta coherencia en la mayoría los ítems necesarios en eso de hacer portafolio y atreverse a mostrarlo a la gente indicada, eso es todo el asunto. Para que no te resulte debes ser verdaderamente malo en eso de hacer fotos para que nadie te ponga atención. En mi país (Venezuela) hay una diáspora por el mundo, todos los días me entero de alguna exposición de algún conocido o amigo en alguna sala del mundo, por cierto vayan mis más calurosas felicitaciones a los compatriotas que se está abriendo camino en eso de mantener el oficio fuera de nuestras fronteras.

Sin embargo aún nadie habla de la “fotografía Venezolana”, hay quienes se apasionan hablando de esa ausencia de denominación de origen, para otros le es indiferente y los menos hacen mutis en el tema. Uno ve que últimamente hay bastantes escuelas fotográficas con una presencia importante en las redes, sin embargo la mayoría de estos sitios publican portafolios de los “grandes” de la fotografía del extranjero, claro que se vale hacerlo, parte del aprendizaje del oficio nace del mirar las miradas de los maestros, educarse el ojo con las maravillas que hacen o hicieron estos con sus cámaras pero la mayor parte del tiempo nos olvidamos de los portafolios de nuestros connacionales, no hay excusa posible, acá hay bastante talento para mostrar, desde Luis Felipe Toro ,Henry Lord Boulton hasta Luis Brito, pasando por Nelson Garrido, Alvaro Silva, Felix Fachin  y una larga lista de gente que estuvo o está en la historia de la fotografía nacional gracias a su mirada.

Si queremos crear una escuela nacional o cuando menos alguna marca de origen de la fotografía venezolana no tenemos que exigirle nada al estado, mucho menos pretender que sus autoridades culturales cuya cultura no pasa de saber sobre los sorteos de lotería pues sus políticas culturales siempre han dejado mucho que desear. Lo que toca es preocuparse todos por ubicar compartir el trabajo de los maestros nacionales y compartir el trabajo de quienes hacen fotos de manera seria en este país, así sea comenzando por publicar y reseñar las exposiciones que hay en muchas partes del país o los del extranjero, a nadie le puede costar la gran cosa escribir una reseña, mostrar las fotos y quizás hasta organizar un archivo digital con esos trabajos.

No estoy hablando de olvidar a los maestros de otras latitudes, hablo de también darles espacios a los de las nuestras, por supuesto con la misma critica despiadada que uno le pudiere dar al extranjero pues de nada vale mostrar malos trabajos de nadie que al final harían más daño que bien a la difusión de lo que por acá se hace.

Espero que mis reflexiones no caigan en saco roto y los amigos de las redes hagan alguna reflexión similar, al final ganaremos todos y quizás hasta los malos fotógrafos, esos que invierten millones en mostrar sus fotos sin orden ni concierto hasta debajo de los puentes tomen cierta vergüenza y mejoren su mirada en pos de construir u imaginario visual venezolano que nos abra puertas en todo el mundo, sobre todo ahora que TODOS estamos pensando si no en emigrar si en buscar galerías en el extranjero donde vender nuestra mirada.
Prof. José Ramón Briceño , 2014

@plurifotos