Hace
más de 20 años comencé a estudiar fotografía, tuve una suerte tremenda, no solo
me tocó un buen maestro en los comienzos, también pude codearme con la crema y
la nata de la fotografía venezolana de manos de unos cuantos fotógrafos cuya
trayectoria data (aun hoy día) años luz de mi trabajo, gente con la que recibí
la mayor formación que se puede aspirar. Haber tenido la oportunidad de
codearme con tanta luminaria de los haluros de plata me ofreció una visión
bastante diferente de la que hoy día tienen muchos estudiantes de fotografía.
Andando
con los nuevos amigotes de la imagen, un sábado en la tarde del año 1996 me
presentaron a Luis Brito, estaba esperando la inauguración del segundo Simposio
Nacional de Fotografía, esta se inauguraba junto a la segunda Bienal Nacional
de fotografía y era en honor a Luis Brito. En la noche nos reunimos a tomar
cerveza y yo en mi calidad de novato solo me restaba callar y escuchar lo que
estos maestros decían en aquel tiempo, eran otras épocas donde la política no
entraba y la habilidad fotográfica era más un asunto de malabares de
laboratorio que otra cosa.
Años
después me lo tropecé unas cuantas veces, coincidimos en algunas exposiciones,
yo ya era un admirador de su trabajo, el manejo de la luz y lo “espontaneo” de
sus imágenes me tenía rendido, pero la verdad conversamos en serio gracias a
las redes sociales y sus posibilidades, hablamos de todo desde política hasta
fotografía.
Murió
hace poco y unos días antes habíamos acordado traerlo a mis clases para que
conversase con mis alumnos, por supuesto sin excluir a los amigos , prometía
ser una interesante fiesta de conocimiento, una mañana se fue , así como era
el, sin avisar y sin los protocolos de la muerte, ella se antojó de tocarle el
hombro en medio de una acera, sin la etiqueta de una cama de hospital ni amigos
cercanos haciendo antesala para hacer menos duro el asunto de las despedidas.
Una
de las cosas que aprendí de esos grandes fue a andar sin darse aires de nada,
simplemente hacer tu trabajo, dejar que se defienda solo, sonreír y dar
consejos solo si son solicitados, solo por molestarlo le decía maestro, cosa
que solo incomoda a los grandes, esos que no lo son tanto son quienes lo exigen
como parte del trato diario.
El
día de su muerte, uno de los diarios de circulación nacional más importantes
publicó una nota donde relata sus inicios y parte de las cosas más importantes
que hizo en vida.
“La
obra de Luis Brito incluye más de 15 exposiciones individuales en varios
países. Venezuela, Francia, España, México, Colombia, Egipto, Alemania. Ganador
del Premio Nacional de Fotografía en 1996, sus imágenes quedan tras su muerte.
"Yo me atrevo a decir que su trabajo va a ser mucho más apreciado en el
futuro de lo que ha sido hasta ahora. El rasgo de humanidad de los temas que él
manejó, su forma de tratarlos, van más allá del tiempo", indicó Antolín
Sánchez, que el sábado habló con Brito sobre próximos proyectos que ya no podrá
cumplir.
Fotos
a color y blanco y negro, imágenes en un manicomio, la alegría, el dolor, la
tristeza, su misticismo, el oficio gráfico como un acto de fe. "Lo digo
sin exagerar: se ha perdido uno de los ojos más inteligentes de las artes
visuales en Venezuela. Tenía un modo de aproximarse a las cosas con un margen
para la ironía. Luis Brito entendió que la fotografía es el acontecimiento en
sí mismo y eso hace que el hecho retratado siempre esté presente", dijo el
curador Félix Suazo. Brito contó historias, suyas y ajenas, que reflejan su
espíritu.
(Luis Brito)”
Con
esta breve nota que pretende ser un homenaje a este maestro de la luz que se
empeñó en mudarse de dimensión a destiempo los invito a ver parte de su trabajo
, muy intimo diría yo pues es parte de lo que tenía en sus álbumes de Facebook y
que muy cordialmente me dejó bajar para mostrarles a mis alumnos que los
maestros también hablan español, comen pescado frito y que haber nacido en un
pueblo no es de ninguna manera una excusa para no hacer nada importante con su
vida.
José
Ramón Briceño 2015
@plurifotos
Hermoso escrito, también tuve la gran suerte de haber hecho un curso con este genio de la fotografía venezolana. Muchas veces y gracias a las redes conversábamos de todo porque era una persona tan culta que cada comentario era un aprendizaje. Nunca me consideré amiga suya pues eso de andar alardeando de "amiguismos"me parece pretencioso y a pesar de que no le gustaba que le dijeran Maestro, yo siempre lo llamé así y nunca me lo reclamó pues sabía que no era para adularlo sino porque era la manera de demostrarle mi admiración a su trabajo y a su peculiar manera de enseñar. Ya no estará entre nosotros pero queda su trabajo excelente en todo sentido.
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