Todos los que comienzan en el camino de la fotografía adolecen del mismo mal, una búsqueda exótica de “motivos fotográficos”, para ello organizan viajes, expediciones, hacen estudios en casa, compran cientos de gadgets , invierten miles de dólares en equipo que el tiempo demostrará inútiles según evolucione su trabajo, compran libros de técnica fotográfica, suben millones de imágenes y algunas fotos a las redes sociales, quizás lo peor parte son aquellos que solo se rodean de otros aspirantes solo para felicitarse por el montón de sitios comunes que son representados en sus fotografías, personalmente creo en la crítica acertada y valorada sobre el trabajo, si te rodeas solo de acólitos es complicado luego luchar contra la frustración del mundo real más allá de los “amigos”, lo hago entrecomillado porque los verdaderos amigos te señalaran los errores y te aconsejaran según su experiencia, el resultado final y la adaptación a lo que sucede con el espectador desconocido con respecto a tu trabajo afirmará o cancelará las críticas del círculo, ese es un maravilloso punto de inicio para saber si vas bien.
A todos nos gusta viajar,
auxiliar el viaje con la cámara y rehuir del bullicio para aislarse tras el
visor es un vicio que me cuesta un poco dejar, sin embargo he ido
distanciándome de ellos para ir buscando a mi alrededor el tema fotografiable,
considero que parte de la búsqueda de cualquiera que se pretenda fotógrafo
serio es la de plantearse preguntas, pero todas son válidas incluso la simple,
esa de cuestionarse el mundo en que día a día te desenvuelves y para ello
valerse de cualquier técnica. Si el asunto es de viajar para buscar mejores
imágenes la premisa ha de ser la misma, como hago de ese
paisaje/situación/escenario/viaje algo digno de compartir, sobre todo pensando
que lo que para uno es extraordinario para otros muchos no lo será. Por
ejemplo, si visitase el Himalaya para mí sería un motivo extraordinario el
paisaje desolado hasta el campamento uno, sin embargo, para el sherpa es solo
un día más de trabajo, igual aplica con los pescadores de Choroní, los tangueros
de Buenos Aires o los vendedores de chamoyadas de Yucatán, el asunto es
convertir lo ordinario en extraordinario, de hecho viajar no solo significa
moverse físicamente del lugar en donde vivas, ese viaje también puede ser
interno y la fotografía es la mejor forma de viajar sin moverse de ninguna
parte, el asunto serio está en conseguir como ordenar las ideas para poder
compartir el paisaje del viaje de modo que sea de fácil lectura para el
espectador de nuestr4a trabajo, recordemos que somos lo que mostramos, no lo
que decimos hacer.
¿Dónde encontramos en Motivo
fotográfico perfecto?
El “motivo fotográfico” nace
dentro de nuestro cerebro, en la duda, la curiosidad y la claridad en la
intención comunicativa donde confluyen técnica, maña y aprendizaje más allá del
equipo del que dispongamos, si no hay nada que contar entonces tampoco hay un
motivo fotográfico válido, aunque parezca una trampa porque podemos fotografiar
paisajes, escenas de la ciudad y cualquier otra cosa para apelar a la nostalgia
de los posibles clientes sin más necesidad comunicativa que esa, sin embargo si
le agregamos algo que decir valiéndonos de las herramientas del oficio, es
posible vender más y de paso encontrar ese motivo en las situaciones más
ordinarias, logrando imágenes mágicas donde lo común es no verlas .
La pregunta común de mis alumnos
es ¿Cómo se puede saber si algo es fotografiable? ¿Cuál es la manera en que
descubro como es una foto para un salón de arte? ¿Cuáles son las imágenes
validas al momento de plantearse un portafolio?; la respuesta invariablemente
es, todas y ninguna, todas porque el mundo está pleno de millones de segundos
no utilizados y que nos podemos robar, la idea de ser artista es la de doblar
la realidad para elevarla a otras cotas creíbles o increíbles, eso es otro asunto
para discusión. Lo importante es hacer que esa realidad deje de ser cotidiana
para nuestro espectador, que sea fácilmente reconocible y si queremos hacer
algo conceptual, deberemos hacer nuestra imagen lo suficientemente legible para
que todas las lecturas quepan, desde la que hace el espectador despreocupado
hasta la del ojo experto que diseca cada fotografía y su interrelación con el mundo,
así como las posibles estrategias intertextuales del autor.
La imagen ramplona del paisaje
bonito, la viejita, el niñito, la pared descascarada, el pueblito miserable, la
playa luminosa, el bosque encantado y cualquier otro lugar común debería ser
dejado de lado, buscar en esos mismos motivos espacios “diferentes” para su
abordaje. Esta y no otra debería ser la búsqueda de todo fotógrafo, conocer el
lugar común para obviarlo, quizás comenzar por ahí solamente para abandonarlo
en el camino e ir buscando su propia identidad dentro del universo de la
imagen, de nada vale un equipo costosísimo si vas a hacer las mismas fotos que
mi mamá con su móvil.
Profesor José Ramón Briceño
07/11/2024
El próximo martes 12 a las 8pm (hora de Venezuela) voy a hacer un live para conversar sobre la fotografía como herramienta de interpretación, están invitados
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