Hablar de Vasco Szinetar es hablar de medio siglo de la
fotografía venezolana, de una mirada que ha sabido convertir el retrato en
conversación y la cámara en espejo. Desde su icónica serie Frente al Espejo
hasta sus trabajos urbanos, Szinetar ha construido una narrativa visual que
documenta la historia íntima del país y el rostro humano de la cultura
latinoamericana.
Durante su conversación con Notas Fotográficas, el maestro
recordó que “la fotografía es una forma de diario, una reflexión sobre el
tiempo y el poder”. En su proyecto Frente al Espejo, el artista no solo se
retrata junto a figuras icónicas como Gabriel García Márquez, Mario Vargas
Llosa o Manuel Cabré, sino que coloca a personajes públicos en un espacio
lúdico, despojado de jerarquías, donde el fotógrafo y el retratado se igualan
frente al lente.
La memoria como territorio de trabajo
Para Szinetar, la cámara es un instrumento de memoria. “Yo
tengo mucha conciencia de lo histórico. A lo largo de 50 años he registrado la
vida cultural de América Latina. En mi archivo está la historia íntima de la
cultura venezolana”, afirma con convicción.
Ese archivo, que incluye escenas de bares, librerías y
encuentros bohemios caraqueños, es una verdadera cartografía emocional del
país. En él se mezclan fotógrafos, escritores, artistas y personajes anónimos
que dan forma a lo que el maestro llama “la memoria viva de una época”.
Su mirada combina el rigor del documentalista con la
sensibilidad del poeta. No en vano, Szinetar comenzó escribiendo poesía a los
15 años y reconoce que ese ejercicio lo ayudó a depurar su lenguaje visual: “La
poesía me enseñó a limpiar el discurso, a entender el silencio, que también es
palabra”.
Del cine a la fotografía: una narrativa en imágenes
Antes de convertirse en fotógrafo, Szinetar estudió cine en
Polonia durante los años 70, en plena Guerra Fría. Esa experiencia marcó su
manera de pensar la imagen. “Del cine aprendí la narrativa y la edición
fotográfica. En la fotografía el tema no es la imagen en sí, sino el discurso
que construyes con ella”, explica.
Esa visión lo distingue como uno de los pocos fotógrafos
venezolanos que ha logrado transformar la experiencia del retrato en un diálogo
narrativo, donde cada fotografía forma parte de un relato mayor sobre el
tiempo, la identidad y la historia.
Un fotógrafo de su tiempo
Aunque muchos lo asocian con la era analógica, Szinetar
adoptó lo digital sin nostalgia. “Yo vivo en la contemporaneidad, no en la
nostalgia de la tecnología”, afirma. Desde 2008 trabaja completamente en
digital y organiza su archivo en la nube, consciente de la importancia de
preservar la memoria visual del país.
Su obra, presente en colecciones como el Museum of Modern
Art (MoMA) de Nueva York, forma parte del patrimonio visual venezolano. Pero
más allá de los reconocimientos, lo que lo define es su mirada curiosa y
humana. “Soy una persona que conversa con todos. Cada encuentro es una historia
que merece ser contada”, dice con humildad.
Un legado vivo para nuevas generaciones
En tiempos donde las redes sociales se han convertido en
vitrinas de imágenes fugaces, la obra de Szinetar recuerda la importancia de
mirar más allá del instante. Su legado invita a reflexionar sobre la memoria,
la identidad y el arte de retratar al otro para entendernos a nosotros mismos.
“Quiero ser recordado como un historiador de mí mismo y de
los otros”, concluye el maestro, reafirmando su lugar como uno de los grandes
cronistas visuales de nuestra cultura.
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