Debo admitir que el fenómeno “Hate” me encanta pues (al menos en mi caso) a alguien le incomodó mi texto lo suficiente como para moverlo a protestar, eso por lo general desata muchos otros comentarios, lo que sabemos alebresta al algoritmo haciendo que mi texto comience a ver luz entre detractores y defensores, el tema que vengo a tocar hoy tiene bastante potencial como para desatar una batalla campal. Antes de proseguir con el tema voy a aclarar que no tengo en absoluto ningún problema con las expresiones folclóricas ni mucho menos con mis compatriotas ni por su música, estilo de vida ni atuendos festivos o no, con esto en claro comienzo mi disertación.
Poesía e intención
Hace unos cuatro meses envié una fotografía para que participase en un Salón
Nacional de Arte en mi país (Venezuela), una de esas imágenes donde mensaje y
estética se opacan entre sí, como todos sabemos en este país hay una censura
bastante fuerte con respecto a cualquier cosa que contraríe a la propaganda
oficial. La fotografía titulada “Retrato de un Náufrago” es una escena muy normal en ciertas zonas de
Caracas donde los mendigos hacen nido en cualquier calle medianamente segura y
se echan a dormir, incluso tienen cobija y colchonetas que esconden en las
cornisas de algunos edificios viejos o en los techos de los kioscos, obviamente
un mendigo no tiene cabida en un salón nacional, tanto menos fotografiado en Caracas,
la verdad es que como me gusta mucho la imagen y transformé un mendigo en un náufrago,
una forma muy poética de comenzar a retratar no solo a los seres invisibles que
pululan mendigando o comiendo de la basura en la capital, significa también una
reflexión en torno a como terminó allí, ¿Qué tan horrible era su vida que ser
mendigo lo hace mucho más feliz?, ¿Qué tan mal lo trató la economía?, ¿Cuánto vicio
mal orientado lo lanzó a malvivir por las calles?, ¿seria un paciente psiquiátrico
cuya depresión se salió d madres y terminó allí gracias a su miseria?, todas
las preguntas son posibles y existen infinidad de respuestas casi automáticas,
como eso del rechazo al indigente, pero a mi me interesa mucho verlos como un recordatorio
de poder terminar así en cualquier momento y por cualquier cosa, vaya que desde
el 2020 cualquier cosa puede pasar incluyendo la necesidad de terminar de
mendigo sin tener más culpa que ser víctima de las circunstancias.
Aun con todo el posible (y factible) contenido político que carga en esa imagen,
adjetivar al retratado como un náufrago le permite (como la buena poesía)
expresarse del modo que le provoque al espectador, recordemos que una vez la
foto (pintura, escultura, poesía, literatura y todas las artes en general) la
decodificación y posterior traducción de esa imagen en el cerebro de los
espectadores ya no es problema del autor, todas las interpretaciones son
válidas y por tanto la única forma de hacerlas acercarse es precisamente valerse
de todos los recursos a tu alcance para poder tener chances para lograr que ese
espectador valide la intención comunicativa del autor, un fenómeno que puede
ser incluso inconsciente, el cerebro tiene la nece4sidad de dar marco lógico a
todo lo que ve, no todo pasa por el consciente , la mayoría de las veces el subconsciente
absorbe el discurso real y lo permea hasta el consciente, todos hemos visto
alguna cosa que nos perturba y solo nos tranquilizamos cuando le encontramos
una explicación.
La comunicación que no se ve
Veo con profunda preocupación como los fotógrafos jóvenes (en su mayoría)
de Venezuela están empeñados en hacer un catalogo de vistas venezolanas ,
paisajes hermosos, Diablos Danzantes, gente de los Andes, niños, viejitas,
playas azules con paisajes de ensueño, todas maravillosas pero totalmente
carentes de intención comunicativa. Me niego a creer que nadie se ha dado
cuenta lo vuelto loco que se ha vuelto el mundo, no entiendo como no hay al
menos cien portafolios de como los venezolanos ven el mundo que les ha tocado migrar,
por cual razón no me he tropezado con alguien que retrate la “realidad” de
cuanto ha cambiado el país en 10 años, ¿Cómo es eso de que no hay nada que los
moleste?, ¿Qué es eso de tener que ser literal para decir algo importante?
Temas fotográficos hay a montón, si lo que venden son fotos de los Diablos
danzantes esfuércense también para hacer un portafolio que cuente quienes son
los diablos danzantes cuando no es Corpus Christi, ¿de que viven?,¿qué comen?, ¿por
qué son Diablos? Y así un montón de preguntas que quedan sin respuesta, que además
le darían sustento a la memoria visual del país, no importa de que vivas, creo
que podrías ser más relevante que un día en vez de fotografiar lo que hay,
prefieras mostrar lo que ves, de eso se trata el arte, de hacerse peguntas y
buscar respuestas con la maravillosa ventaja de no estar atados a la realidad,
eso nos permite hace pasar a la realidad como una visión bastante particular,
tanto para hacer resistencia como para
proclamar tu opinión sobre cualquier tema, quizás sea un sesgo profesional pero
lo que no entiendo no lo retrato, aunque se puede dar el caso de comenzar a
buscar una respuesta sin tener idea de cual realmente es la pregunta.
Repito, si lo que vendes son paisajes y te van maravillosamente no tengo ningún
problema, ahora, que todos hagan paisajes y escenas folclóricas
maravillosamente encuadradas, reveladas magistralmente, un trabajo que raya en
lo perfecto si lo ponemos en términos técnicos pero vacías de contenido pues no
responden a ninguna pregunta, tampoco expresan alguna idea, mucho menos se
cuestiona el entorno, volviendo a la fotografía un símil del reguetón, muy pegajoso
pero de nulo contenido intelectual.
Fotografía e intelectualidad
Ser fotógrafo es también formar parte de la intelectualidad de un país, un
intelectual no es aquel que sabe mucho (o presume de ello) un intelectual se
hace muchas preguntas, para ellos todo debe tener una explicación y en esa búsqueda
la necesidad de compartir su visión se hace obligatoria, quizás el trabajo no
sea para hacerse influencer (otra vez la cultura al estilo reguetón) pero si
para dejar constancia de las dudas que te abruman y eso va del amor al odio,
todas esas dudas aplican y el mundo está lleno de señales para comenzar a
buscar la respuesta, pero solo funcionan cuando el artista comienza a usar la
estética como disfraz para evitar las miradas indiscretas, una suerte de
lenguaje de masas donde la poesía se ha transformado en lenguaje para iniciados.
Hablemos de un ejemplo práctico , cuando era un muchacho no había fiesta en mi
país que no pusiera en la pista de baile “Burbujas de amor” del maestro Juan
Luis Guerra quien de modo tan elegante (y tropicalmente alegre) ponía a bailar
a la gente con un poema erótico de alto voltaje , y cito “Quisiera ser un pez/Para
tocar mi nariz en tu pecera/Y hacer burbujas de amor por dondequiera, oh-oh-oh/Pasar
la noche en vela/Mojado en ti” una evidente alegoría al sexo oral que podría decirse
con menos palabras pero jamás con más elegancia , sobre todo para una canción
que estuvo de moda en un país donde habían cerrado una televisora por cinco
minutos de porno a media noche.
Como encontrar el camino
Volviendo al tema y conociendo de primera mano la dificultad de llegar
hasta la imagen estéticamente correcta pero con intención comunicativa lo único
que puedo recomendar aparte de lo evidente; lean, vean buenas películas,
investiguen sobre la obra de los
maestros, busquen sus historias, lean critica estética, mucha ficción además, tómense
un momento de cualquier día o noche y hagan una lista de los temas que los
perturben, atemoricen, que les encante o que odien , escojan uno y en papel
hagan una descripción de como harían para contar esa historia en imágenes, que
necesitan, donde deberían ir, como la procesarían, piensen que le están mostrando
la foto al peor de sus críticos , sean los más despiadados críticos de su obra,
busquen el tono discursivo, si lo harían en forma de chiste, fotonovela, urbano,
en color, blanco y negro, alto contraste recodando que solo tienen la imagen y
su título para dar al espectador un acercamiento a su intención comunicativa,
un ejercicio perfecto para comenzar a buscar una formula que les permita dejar
fluir su idea, claro, eso necesita una cuota de valentía, pararse y decir lo
que sea, sin importar lo que otros opinen es un acto de valor que aplica para
todo, sobre todo en esta época de algoritmos y viralidades.
Empecemos por dejar de hacer fotos venezolanistas para hacer fotos
venezolanas, con una intención comunicativa tan particular como nuestro
gentilicio e historia, mientras no lleguemos allí seguiremos siendo unos
excelentes técnico de historias vacías que tienden a repetirse con escasas
variaciones en la mirada de muchos.
Profesor José Ramón Briceño Diwan
04/01/2025
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