Imagino que pertenezco a la
generación de los cientos de miles de niños que pedíamos cámaras fotográficas
por navidad, ahora siento que he perdido miserablemente el tiempo no habiendo
exigido comenzar a transitar el mundo de la fotografía desde al menos los 15
años, seguramente hubiese aprendido en el laboratorio a que estudiar no tenía
que ser ningún drama, me hubiese ahorrado mucho disgusto en aquellos años donde
andaba perdido en las calles de mi ciudad buscando aprender un oficio que me
gustase, odié tanto el bachillerato que no se me ocurría ni soñar con que
aprender algo que realmente te gusta no era el mismo drama del aburrido colegio
secundario que me tocó vivir, vaya que intenté cosas, desde administración
hasta marino mercante, costanero pero al final era un oficio teóricamente válido
para ganarse la vida en la brevedad, asunto falso , ahora sé que eso lo pasé como
una cura de burro para sacarme de encima la capacidad familiar por decidir por mí,
el cuento es que no fue hasta que llegué a la Escuela de Artes Visuales , a los
22 años, no había sido tan maravillosamente sorprendido de que si se podía estudiar algo que te interesaba en
profundidad, toda la investigación no es más que un paseo por el conocimiento,
pues ya los trabajos asignados, el descubrir “nuevas” técnicas , la ampliadora, los papeles,
filtros, químicos, temperaturas de color, óptica y hasta física por aquello del
conocimiento de la luz para poder saber exactamente cuál es la forma correcta
de hacer una foto con flash, cosas maravillosas que a muchos no les interesaban
tan siquiera del proceso analógico.
Por fortuna todo eso fue armando
una búsqueda de conocimiento para entender cómo resolver los dramas nacidos de
la incertidumbre de no poder saber si ese disparo había salido bien, por tanto,
comienzas a pensar en formas de dominar la técnica, una vez realizado viene el
otro viaje en paralelo y un día descubres que comienzas a dejarte ver desnudo en
las paredes de algunas galerías, comienza otro, pero de autodescubrimiento para
poder dejar tu impronta en cada imagen, es un asunto de otra naturaleza pues
empiezas a transformar la fotografía/registro de la realidad a ser una
fotografía/registro/diario, el mundo es variado, cambiante, en el caso de mi
país pleno de contrastes donde caben cien significados distintos. Por supuesto,
siento la necesidad de contar que gracias a las inquietudes dadas por la necesidad
de conocer decido estudiar lengua y Literatura, aprender los límites de la
prosa poética he descubierto que además hay que recurrir a la poesía para poder
decir casi todo lo que tengo atragantado entre el pecho y el alma, sin caer en
el pecado de soberbia que ha terminado con muchos otros fotógrafos, la censura
no cabe en la poesía y por lo general, en este universo de reguetón, trap y
demás barbaridades. la musa es algo que escapa a la mente de las mayorías.
La mirada intima
La fotografía es una forma de
comunicar, que eso va desde hacer noticia hasta ensayo, pasando además por la ironía
y el sarcasmo , el problema es en todo caso dar el toque personal por lo tanto
la única cosa que te permite saber que al menos haces bien el intento de
alcanzar la originalidad cuando sabes que cada imagen debe contar una historia,
un sentimiento, solo con imaginar cuantas historias distintas pululan en los 38
pasajeros del autobús donde voy a casa, cada quien con su drama , quien sabe cuántos
otros náufragos viajan hasta su casa peleando con las mil limitaciones de tener
que usar transporte público y esos son afortunados, los demás viajan en metro. A
cuantas realidades pertenece cada vida que hay, por otra parte, cuantos piensan
como yo, quienes no, quienes están desquiciados, los psicópatas, los creídos,
los policías, los amigos cuya estampa los delata como parte del sub lumpen
donde moran los atracadores de toda calaña, los genios son una extrañeza, por tanto,
lo único que te hace diferente es ser tú mismo.
La búsqueda de la originalidad
Nadie más ha vivido exactamente
como tú, lo más cercano a lo “original” que tengo es la combinación de mis
nombres y apellidos completos, no hay ningún otro Hindú, Pakistaní ni iraní que
ostente el muy criollo nombre que me cargo, debido a eso mis documentos que
quiero existan para Google van firmados con todos mis nombres y apellidos quien
además tiene un nombre totalmente criollo ¿cuantos José Briceño habrán en Hispanoamérica?,
millones según Google pero con apellido andino e iraquí (o hindi, la vedad no estoy
muy claro) mi nombre es una singularidad de la que intento aprovecharme, aparte
de eso cada quien vive su cuota de
realidad dada por sus propias circunstancias.
Ganarse la vida de modo divertido
Lograr pasar a la imagen parte de
esa impronta personal pasa por muchas etapas que van desde la técnica, el género
con el que te ganes la vida hasta que entiendes que por fin la realidad es lo
que menos importa, las únicas cosas que retratan la realidad tal cual son las
cámaras de seguridad, de resto entre ópticas, revelados, equilibrio de colores,
encuadres, manejo de la luz y hasta el aprovechamiento del sentido de oportunidad
hasta para ser sarcástico de modo tan sutil que solo los entendidos se enteren,
los demás son felices con el asunto estético, al final uno es responsable de la
imagen, no de la interpretación y el arte está precisamente en esconder a plena
vista la “verdad” escondida en una fotografía, pero además sumándole quien
eres, cuál es tu opinión, el momento anímico, el amor, el odio y la sorpresa,
la suma de todos esos elementos hace de tu foto algo realmente original. Sin embargo,
también puede ser ejecutada a la perfección en un estudio iluminando con luz
led respetando el canon de los mil millones de imágenes idénticas y podrías
ganarte la vida con ello sin que sea un drama.
Si el viaje hubiese empezado
antes
Si de niño mi papá no me hubiese
regalado al menos cinco navidades consecutivas caras compactas que venían en un
paquete junto con tres rollos de color ISO100 de 36 exposiciones (Fuji, Kodak o
Agfa) y otros tantos paquetes de
magicube por si quería hacer fotos de noche, siempre me maravillaba poder
congelar la vida en un segundo, veinte años más tarde en un laboratorio me descubrí
siendo feliz, pasaron muchos años, no sé cuántas cámaras, cursos, fiestas,
inauguraciones, ríos de vino, especies alcohólicas en interminables reuniones
entre maestros e iniciados para caer en cuenta de todo eso y que hasta la
fiesta que tanto había satanizado mi abuela , también son espacios de
aprendizaje tan válido como el de las aulas, solo debes cuidar con quien te
juntas.
Total, ahora ando con mi cámara
en el bolsillo dejándome sorprender por la ciudad y las posibilidades comunicativas
de tratar de entender el viaje de la vida congelando imágenes cuya realidad
depende solo de mi cerebro, más allá de los millones de pequeñas y grandes
tragedias del país y del mundo, mis fotos van por un mundo en el que sueño
despierto mientras intento estar atento. Lo mejor es que en el viaje todo lo
aprendido se extrapola hasta lo digital llegando incluso a colar en un salón
nacional de arte una foto hecha con mi humilde (y difunto) Iphone XS, quien
sabe que hubiese pasado si a los 12 en vez de un rifle de aire (Diana calibre
5.5) mi papá me hubiere regalado una Pentax K1000, cuanto drama innecesario me
hubiese ahorrado y cuantas millas me hubiese ganado en este viaje de la
fotografía.
Prof. José Ramón Briceño
28/10/2024
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