sábado, 8 de abril de 2023

La fotografía analógica, la salvación de la memoria ante las IA

La masificación digital que abarata el valor de una imagen

La fotografía es vista por muchos como una suerte de oficio para vagos, por tanto , más allá del hecho noticioso, poder hacer que tu trabajo tenga valor como copia es un asunto aparte, entre otras cosas porque todos los negativos podían hacer duplicados infinitos de esa misma imagen, ahí apelamos al trabajo artesanal del revelado manual con copias únicas ya que es difícil hacer dos buenas copias totalmente idénticas, eso aunado al tratamiento contra los hongos puesto en la montura son añadidos que suman valor a la inversión, cualquier obra de arte debe ser conservada ya que por una de esas injusticias del universo, la obra artística sube de valor precisamente cuando su autor ha muerto, las razones son muchas pero la de más peso es que ya no existe el creador de ese trabajo, las que están son las únicas existentes así que cualquier otra cosa similar será considerada copia y por tanto sin valor, ante la majestad de tu original, lo importante en todo caso es poner atención ante la escasez, ese era el valor común de cualquier obra de arte.

El tema estético no debe olvidarse, por supuesto, el hecho de tener una fotografía lo suficientemente hermosa para considerarla obra de arte hará la diferencia entre el valor o el horror, el asunto es vender, hacer un planteamiento estético del calibre que permita a un coleccionista querer tener entre su portafolio de inversiones una de tus imágenes, ese es el fin último de todo, las galerías se sumarian gustosas si se les permite acceder a un concepto que les permita ampliar el portafolio de artistas, el coleccionista podrá decidir comprar fotografía con todas las garantías de llevar un objeto/imagen único, dinamizaría una parte del mercado que solo se ocupaba de fotógrafos muertos o por morir.

En los tiempos que corren ya ninguna fotografía es original, cada vez que publicas en las redes su valor decrece hasta tener que masificarte para poder sobrevivir, esto gracias a la aparición de métodos digitales e inteligencias artificiales para “revelar” “negativos digitales” , al alcance de todo el mundo, de gratis y de pago pero todas con el mismo valor, casi cero, ya no importa mucho la autoría , si quiero le cuento a una inteligencia artificial como quiero la imagen y ella la fábrica a la medida, esta vez sí derecho de autor y con libre flujo hacia todas partes.

¿Debe morir la fotografía como oficio?

La respuesta categórica es NO, solo debemos dar un salto atrás, volver a lo analógico, empezar a ver el mundo con todos los matices de la película que utilicemos, hagamos nuestro laboratorio y aprovechemos las ventajas que otorga el mercado, imaginemos por un segundo que hacemos una copia para museo, digamos que hicimos un portafolio del Parque Nacional Henry Pittier , en mi estado Aragua, todo lo tomamos con película Ilford Hp5 forzada a ISO 1600, eso lo copiamos en una ampliadora Durst con difusor frio y óptica Leica de 24mm, en papel Oriental (papel fibra) , cada copia salida de ese negativo será única , dos copias (aunque se perezcan mucho) son diferentes, muy sutiles pero diferentes, ahora imaginemos que esa copia la vendemos junto con el negativo y un NFT de esa pieza que además está registrada como pieza única en un blockchain, más el negativo, todo en un mismo paquete, le daríamos la única garantía de que esa copia no existe (ni existirá) más allá de su presencia física, si la registras como propia (imagino que ya existe) cualquier inteligencia artificial de google puede cazar las infracciones al derecho de autor si alguien procesa como copia, el NFT sobreviviría a la copia y quizás ante el negativo pero le otorgaría valor añadido al trabajo.

Discutir sobre el contenido de las fotos o como fueron hechas no tiene mucho sentido, lo que sí me parece que debe ser llevado a discusión es el asunto de otorgar (más) valor a esa obra fotográfica, cuando el autor puede asegurar que compran el único original existente, cada uno de los patrones de los haluros de plata que acompañan a esa idea está registrado como único por un Blockchain que mide exactamente todos y cada uno de los puntos que constituyen la copia por lo que solo puede ser hecha desde el negativo , aun haciendo copias del negativo mismo, no pasaría un examen como original pues para poder hacer más copias deben haber exactamente las mismas condiciones atmosféricas, eléctricas, temperatura del laboratorio, la cadena de frio de la película, el uso de los químicos,  el almacenamiento del papel y hasta un tropezón a la mesa de la ampliadora , para poder tener una copia idéntica a la registrada, asunto complicado, el único archivo digital validado está almacenado en un NFT, resguardas la integridad digital del archivo original , además tienes la copia y el negativo, el comprador se lleva todas las  pruebas que dan fe de tener un objeto único , el asunto es que la fotografía digital ha abaratado tanto el producto que el mercado se resiente un montón

En tiempos de olvido digital, la permanencia será algo exclusivo por tanto con valor agregado, un favor que le hacemos a quienes consumen cualquier objeto de marca, hacerlo único, o al menos lo suficientemente escaso para darle valor, la copia física respaldada por el negativo, el NFT y el registro blockchain es única, de hecho , convertirla en eso es hacer un favor a este problema de la originalidad que nos acosa desde muchos frentes, volver al laboratorio y hacer de ello una comunidad sería una suerte de renacimiento del oficio, con el agregado de que aún hay película en el mercado y hay mucho equipo de laboratorio a precios de gallina flaca, una sana costumbre del oficio, los químicos además no poseen patente por lo que debe ser fácil conseguir fabricarlos a la medida para bajar costos. Aunque parezca un anacronismo, es la única salida para dar un poco más de valor al trabajo del fotógrafo que en un mundo absolutamente digital y por tanto fácil de ser copiado, falseado, plagiado y hasta parafraseado, sin intención alguna de hacer reclamos de derecho de autor , se pueda encontrar la manera de hacer única una imagen.

Volver al laboratorio además es una labor que fácil pueden ayudar a construir varios fotógrafos contemporáneos, todos los fotógrafos mayores de cuarenta y cinco años pueden dar clases de laboratorio  a cualquiera, pueden contratar alguno para que los asesore, las cámaras analógicas son fáciles de comprar y de manipular, así que tampoco es nada del otro jueves, por supuesto que pierde frente a una tarjeta de 64 gigas en una cámara de 22 megapixeles , con 5000 disparos en vez de los 36 que tienes con cada rollo , además es económicamente ineficiente hacer 72 copias para descubrir la perfecta, si acaso haces un par de hojas de contacto para revisar, en cambio con la tarjeta no gastas un céntimo y tienes cinco mil fotos que técnicamente hasta pueden ganar con honres frente a tus 72 tomas analógicas, pero sus 5000 fotos hacen de su trabajo un bien casi que publico, al menos siembra la duda entre sus posibles compradores, en cambio el fotógrafo analógico solo pudo traer las 72 mejores fotos que se les ocurrieron y quizás sesenta y cinco sean de una misma foto hecha desde muchos ángulos y con diferentes valores de obturación y diafragmado para no perderla nunca , por lo que ya no serían 72 imágenes distintas , serian muchas menos, por tanto va ganando por goleada al archivo digital híper tecnificado.

Resumiendo, la fotografía analógica será la salvación de la memoria y la consagración del objeto único como valor agregado a la obra de arte.

Profesor José Ramón Briceño Diwan

08/04/2023

 


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