Hay
varias acepciones de lo creativo, la mayor parte coincide en hablar del proceso
artístico como un asunto espontaneo cuya existencia depende por entero de la
inspiración momentánea, del toque de la musa o la suerte de estar en el momento
preciso para hacer el disparo que te llevará a la gloria de los galardonados. En
mi criterio todo eso es completamente falso, el arte es el asunto menos ingenuo
que existe, hasta los fotógrafos que pensamos ingenuos debido a su falta de educación
formal dentro del área dejan de ser lo por que su trabajo está realizado en
función de lo económico, asunto que mata lo espontaneo.
Desde
que comencé a transitar los caminos de la imagen me preguntaba cuál era la
razón para que en los años cincuenta toda la prensa del momento estaba plena de
trabajos tan hermosos como impactantes , sobre todo esos que prevenían de la segunda
guerra mundial, donde muchos de los grandes maestros de la imagen dejaron para
la posteridad su trabajo cumpliendo la muy complicada dupla de informar
manteniendo un discurso visual impecable que aun hoy a casi cien años de
aquellas imágenes todavía nos sorprenden , la solución a mi pensamiento vino
una tarde mientras discutía con uno se mis alumnos sobre cómo mejorar su
trabajo y por cual razón la mayoría de las imágenes de la clase no servían para
mucho. Para los maestros de los años cuarenta en adelante, la noticia era solo
la excusa para que ellos mostrasen su pensamiento al mundo, cada imagen
publicada era el compendio de la opinión muy personal de su autor, en muchos
casos se trataba de denuncias pero todos son el reflejo de las diferentes
sensaciones que les producían los horrores de una guerra de larga data.
En
ese instante se hizo la luz y entendí muchas cosas, por ejemplo mi poca
disposición para hacer trabajo social, en mi caso particular no me gustan las
aglomeraciones de gente ni tener me agrada tener que vérmelas con cientos de
desconocidos, mucho menos aguantarme unas cuantas horas de un espacio que si
bien muchos disfrutan yo estoy trabajando y sufriendo la incomodidad de estar
ahí solo por llegar a fin de mes y vaya que hacer eventos es una buena ayuda
para fin de mes, sin embargo si no te agrada la situación difícilmente lograrás
hacerte notar de entre el montón de gente que está esperando su oportunidad,
tengo la impresión de que para ser un buen fotógrafo de bodas debes tener un
cumulo grande de ganas de casarte y tener un anhelo que te haga identificarte
con los novios, así cuando hagas la entrega final, los clientes que a fin de
cuentas no saben mucho del asunto visual de manera consiente pero que si saben
lo que quieren pues sienten el aura de energía que pretenden tener como el
recuerdo de toda la vida, cosa que no sucede cuando el fotógrafo está
desconectado de esa energía por la razón que fuere, igual sucede en todos los
espectros del ámbito fotográfico.
No
importa cuán mecánico sea el proceso, la opinión del fotógrafo siempre se cuela
entre los pixeles, puede que las imágenes sean lo más perfectas posibles pero
su contenido nunca será lo suficientemente completo para agradar del todo a
nuestro cliente, he ahí el quid de todo el asunto, nuestro espíritu debe estar
alineado con la intención de nuestro trabajo, de otra nunca jamás vamos a pasar
de ser uno más del promedio y por tanto estaremos siempre relegados a alguna
gaveta de la historia.
Si
lo llevamos a la praxis, una vez que identificamos cual es el nicho de la
fotografía que mejor nos sienta pues es algo en lo que nos sentimos no solo
cómodos si no también interesados, debemos comenzar a observar con paciencia
todo lo que fotografiamos, ver las potencialidades no siempre es tarea fácil, a
veces toca no mirar el trabajo hasta meses después para poder apreciar en toda
su amplitud lo que nos hacen sentir esas fotografías para al final lograr un
portafolio coherente.
Todo
eso va unido por supuesto a un profundo trabajo de investigación, comenzando
por entender que en el arte lo ingenuo no existe, mucha lectura y algo de
meditación para saber hasta dónde llegar con nuestras fotografías, por supuesto
también hay que estar claro en que los niveles de exigencia personales deben
ser lo bastante altos como para sentir que mucho del trabajo que tenemos no
sirve, aunque para el lego sean fotos “bonitas” con eso no basta, en primer
lugar la fotografía debe sorprender a su creador, lo otro es un valor agregado.
Recordemos que la diferencia entre un artista y quien no lo es, está en que el
artista solo se complace a sí mismo, el otro se debe solo a su cliente, cosa
que no está mal pero que tampoco aporta mucho.
Prof.
José Ramón Briceño, 2016
@plurifotos
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