martes, 26 de julio de 2022

La fotografía como acto narrativo

 


Contar una historia tiene su ciencia, sin embargo, en honor a  la verdad todos vivimos conversando, relatando, tanto así que dependemos de las palabras para cualquier actividad que nos ocupe, si lo pensamos bien el mundo está construido bajo el influjo de infinidad  de relatos que van desde lo exclusivamente documental hasta  la ficción más descabellada, todo encuadrado dentro de los cánones de una intención comunicativa , siempre estamos alrededor de un relato, es algo que necesitamos  para organizar nuestra forma de entender el mundo. Hay escritores de todo tipo y con los adelantos de la tecnología son aún más visibles que antes de existir Amazon, eso sin contar  la omnipresencia de las redes sociales, donde sin querer la mayoría escribe su biografía , la comparte y difunde aún más allá de la muerte, quien sabe cuántas cuentas de redes sociales siguen activas después de muertos sus dueños , de vez en cuando me sorprende el aviso del cumpleaños de algún fallecido vía redes sociales y a pesar de que la lógica se asoma, apenas pasado el primer susto, igual no deja de sorprender cada vez que sucede, en fin, en este siglo XXI gracias al impulso  primario de la híper conexión hay más narradores que jamás en la historia de la humanidad, todos publicando al mismo tiempo, compitiendo sin saberlo en una carrera por parecer (rara vez con ser) lo  que imaginan deben sentirse los protagonistas de cada cuenta de RRSS según el estatus social del dueño de la cuenta en la red social.

Desde niños nos acostumbran con cuentos, las maestras nos enseñan con historias, las madres y padres también, entonces no es raro que todos tengamos la  capacidad de narrar, no quiere decir que todos podemos ser buenos pero por suerte eso no importa mucho cuando no  estás cobrando por tu trabajo, quienes sean escritores o fotógrafos deberán ceñirse a las reglas de su oficio/nicho de mercado seleccionado, los amateur  tienen todo el espacio del mundo para hacer lo que les venga en gana, así lo demuestran cuatro billones de usuarios interconectados cada segundo a la red global, donde flotan billones de imágenes y textos por segundo, si a eso le sumamos las millones de horas que pasa un ciudadano promedio inmerso en la gigantesca oferta de entretenimiento digital no sería raro pensar en la posibilidad cierta de que todos tengan las herramientas básicas para contar historias, cuya calidad será medida por la cantidad de seguidores que tenga .

Cuando estudiaba fotografía (en el siglo XX) nunca escuché hablar de la fotografía como acto narrativo, tuve que esperar varios años hasta que me tropecé con la inmensa pared de mi ignorancia y por obligación tocó revisar textos críticos que si bien eran aplicados a la literatura o la lingüística funcionaban muy bien para afrontar el reto de entender a muchos de los maestros, sobre todo a los que ejercieron el fotoperiodismo en la segunda guerra  mundial, aquellos hombres y mujeres que no solo hicieron trabajo gráfico para dejar constancia de una época , imágenes que poblaron revistas, periódicos y que aún hoy día son referencia  para quienes pretenden ser artistas o fotoperiodistas de éxito, el  reportero gráfico puede ser un excelente técnico  pero si no tiene “arte” para retratar la atmosfera del momento no sirve, cuando nos referimos al “arte” es realmente a los detalles sumados a la imagen a fin de hacerla icónica, la mezcla de luz, sombras, colores (o su ausencia), expresiones, movimientos , encuadre y hasta la selección de la combinación de los elementos técnicos disponibles que tenga a mano hará de la imagen algo único, de lo que solo el autor puede  dar fe. Viendo las fotografías de los maestros caí en cuenta de una cosa, ellos no retrataban el momento como un acto de morbo que vende tabloides, esas imágenes en su mayoría son parte de un inmenso ensayo realizado por hombres y mujeres a quienes les tocó vivir rodeados de la miseria humana, una suerte de aviso para nunca más vuelva a pasar.

La contemporaneidad hace pensar a las masas, esos para quienes las fotos son solo fragmentos de una realidad ajena  más cercana a la ficción que a otra cosa gracias a la inmensa estructura publicitaria en la que se ha transformado el acto de informarse, al menos en Venezuela donde la opción de información está bajo la egida del estado y por tanto siempre es sospechosa de estar  trunca o ser falsa, preferimos revisar las redes sociales tanto como antes comprábamos el periódico cada mañana, por lo  que la noticia se ha transformado en un asunto banal y la imagen algo secundario.

Cada vez que levanto mi cámara, cuando voy pensando en los detalles de la imagen voy construyendo una narrativa, imagino que a todos les pasa igual y de ahí viene la habilidad de algunos en determinadas facetas del oficio , al conocer al cliente se hace una idea de lo que este le pide, el propósito de esa imagen determinará la narrativa a utilizar, un fotógrafo documentalista registrará una boda con el rigor que les corresponde, eso seguro les parecerá falta de imaginación a  los profesionales que explotan esa área , quienes por oficio saben que los novios no quieren un documento de lo que sucede, ellos quieren la sublimación de su acto social donde todos se vean bellos y a nadie se le mueve el nudo de la corbata, el documentalista se apegará a su búsqueda y si eso es registrar lo que hace la novia desde la casa de sus padres hasta la fiesta pues así lo hará, si  la novia no hace algo él tampoco forzará la situación, si en cambio colocas a un profesional de las bodas a documentar la cosecha de café en Barquisimeto  seguramente terminará mostrando un trabajo muy bonito pero de poco carácter documental porque su costumbre de intervenir en una situación fotográfica lo traicionará.

Cuando es de carácter comercial o aspira a serlo, cada imagen será el reflejo aproximado de lo que el cliente espera, solo en el caso de los maestros consumados, el acto económico está más referido al prestigio de poseer la imagen/objeto, la fotografía es valiosa siempre y cuando sea una copia única, su escasez es la que determina el precio por lo que el autor tiene una rango más amplio para explorar facetas del relato que está construyendo, el que comercia debe por obligación hacer lo que sus clientes necesitan, interpretar las ordenes de quien le da dinero para obtener un beneficio, no solo hablo de los fotógrafos publicitarios, si una boda no está cercana a lo que los clientes imaginan fue el evento, sin gente fea, ni sitios desordenados, todo el registro debe estar lo más cercano a la revista de moda para que las señoras y señores puedan recordar el certificado documental que certifica lo maravillosa de su boda, así hubiese sido un desastre , todos han de verse radiantes.

Todas son formas de construcción ficcional, la ausencia de palabras hace menos complicado el oficio de escribir, en la fotografía se escribe con luz, por tanto quien escribe hace relatos, de ahí cuando me preguntan sobre como es posible separar una fotografía buena de una mala, es que la mala fotografía es un relato que va de lo innecesario a lo grotesco por aquello de los errores ortográficos, en otros casos son relatos anodinos por su falta de contenido, parloteo incesante de lugares comunes que mucho hablan pero poco dicen, la buena fotografía tiene un discurso narrativo sólido, tiene algo que comunicar y se vale de las argucias del oficio para hacerlo,, con la suficiente elegancia para no pecar de panfletario además, con el sentido estético de quien escribe buenas crónicas.

Profesor José Ramón Briceño Diwan

26/07/2022 


 

El olvido o la efímera memoria digital

 



Hace unos días estaba reuniendo el material desperdigado para conformar mi resumen curricular, cuando uno busca empleo luego de los cincuenta años debe al menos  intentar impresionar a los teóricos empleadores, por supuesto el recurso primario es hacer una búsqueda extensiva vía internet para recopilar la información más importante, artículos de prensa, exposiciones en el extranjero, fotos aparecidas en publicaciones transcendentales y hasta uno que otro reconocimiento como artista, mi sorpresa fue que la mayoría de estos contenidos, que en algunos casos tenían una media de diez años de publicación, han desaparecido por completo, las páginas que los contenían o bien fueron retiradas de la red o fueron esos contenidos que por cuestiones de espacio de almacenamiento han sido (espero) recopilados en algún deposito digital, el asunto es que hay información que consideraba importante desaparecida y lo más seguro es que olvidada por irrelevante. 

Esto me hecho reflexionar bastante con respecto a la memoria, total, somos lo que mostramos y si no hay nada como respaldar lo asegurado, entonces tampoco existe, si yo, un profesor cualquiera de un país perdido en el tercer mundo desaparezco de la memoria digital, no sería extraño saber que muchos más importantes también han sido borrados de la memoria digital global.

El caso de la fotografía , estamos ante un caso donde la sobre abundancia de imágenes nos hace pensar en que eso de la memoria es una preocupación innecesaria, para eso hay decenas de formas para difundir el trabajo sin gastar un céntimo, donde cada día alguien en otra parte del mundo le da like a una fotografía y por tanto es más efectivo que una galería donde aún en el caso más espectacular , son apenas unos miles los que pueden tener acceso a ver tu pieza, más allá del prestigio que pueda darte tener una sala en alguna galería de Soho , es innegable que con la estrategia adecuada de marketing digital  tu trabajo puede ser visto por millones, sin moverte de casa y con una modesta inversión, ahora el problema está en que una vez concluido el proceso , encontrada (y perdida) la fama, en corto tiempo pasará a formar parte de los millones de olvidados que han sido sustituidos por los nuevos.


 

Todo esto me hace pensar en la fatuidad de la historia, aunque siempre han existido  millones de olvidados, muchos de estos también están al alcance de la mano con un proceso de investigación medianamente dedicado es factible que el trabajo pueda estar en alguna publicación física desde donde los investigadores puedan dar cuenta de él, mientras todo esté en un formato digital las probabilidades de ser parte del olvido son casi totales. A pesar de que hablo de la fotografía, esto es aplicable a cualquier otra rama del conocimiento, con la salvedad de que al menos las tesis de grado, pos grado y doctorado están a buen resguardo en alguna biblioteca , pero aun así en muchos casos están olvidadas hasta que las polillas se alimenten para desaparecer del todo, sin embargo es un riesgo menos alarmante que el de las millones de imágenes, paper, artículos y demás productos intelectuales desapareciendo a cada segundo gracias a la fragilidad de lo digital.

¿La solución?

Volver paulatinamente a la imprenta, el material fotosensible, los fotolibros o cualquier otra forma de publicación que permita a la obra engrosar las bibliotecas, en el caso de los fotógrafos quizás retomar el archivo físico ahora que los scanner de negativos son tan baratos, permitiendo así mantener un archivo físico con unos procesos de revelado digital que permiten participar de las opciones baratas del internet, pero en todo caso es distanciarse un poco de la forzada necesidad de depender de instrumentos de archivo tan poco fiables como los ofrecidos por los distintos recursos digitales, esos que dependen de la energía eléctrica para existir, donde cualquier evento catastrófico mata lo que sea contengan estos archivos, eso puede ser desde una guerra hasta un cortocircuito en la red eléctrica domestica que queme computador  discos duro externo, una falla del teléfono o la muerte de los dueños, sin hablar de la ausencia de pagos para los servidores y vaya usted a saber cuántas posibilidades hay de perder el trabajo en un segundo, sin aviso  protesto ni modo de recuperación, lo que hoy nos parece muy importante, eso que distribuimos por Facebook, Twitter, Instagram, Twitch, Linkedin, lo que guardamos en la nube y hasta lo publicado en páginas web es sensible de desaparecer , con ello se nos va la historia, los triunfos, el aporte , la desaparición es una certeza, aunque siempre está en el tapete  con lo digital nunca fuimos más efímeros.

En mi caso no creo que sea determinante la supervivencia del trabajo, pero veo con horror como muchos inmerecidamente desaparecen de la historia gracias a lo efímero de la memoria digital.

Prof. José Ramón Briceño

26/07/2022

 


 

 

martes, 12 de julio de 2022

La fotografía analógica como herramienta de aprendizaje pre-digital

La fotografía analógica como herramienta de aprendizaje pre-digital

La fotografía química es un proceso antiguo que se ha utilizado durante poco más de un siglo para capturar imágenes. Hay muchas ventajas en el uso de la fotografía química sobre la fotografía digital. Una de las mayores ventajas es que las fotografías químicas, por la necesidad de mano de obra especializada y dedicada para su reproducción hace más complicada su intervención, se reducen las posibilidades de trucar la imagen. Los negativos son complicados de editar o alterar sin tener que ocupar muchas horas dedicadas a esa labor, lo que  encarece los costos y hacen poco practica frente a lo digital, lo que da una (teórica) representación más auténtica de la escena que se capturó. Otra ventaja de la fotografía química es que crea cada copia será única por muchas razones.

 Los colores y tonos de las impresiones químicas son mucho más sutiles que los de las impresiones digitales, lo que las transforma en las copias  fotográficas más impresionantes disponibles en la actualidad. La fotografía química es un proceso muy lento, lo que significa que hay tiempo para la contemplación entre tomar la fotografía y ver la impresión final. Esto puede conducir a una mayor apreciación de la imagen, así como a una respuesta emocional más fuerte de los espectadores.

En estos tiempos en los que la permanencia de los archivos es absolutamente efímera, frente a los negativos que en condiciones de archivo medianamente controladas pueden sobrevivir por más de un siglo, frente a los archivos digitales que son susceptibles a desaparecer bien por obsolescencia del método de archivo , un apagón y hasta la forzada necesidad de borrar archivos para dejar espacio a nuevos datos, está sujeta a desaparecer en cualquier momento, la historia jamás había sido tan efímera como cuando se decide tener absolutamente todo en digital, volver a la fotografía analógica iría solo en función de evitar que la historia se desdibuje y pueda ser reescrita a partir de los recuerdos las imágenes pueden desaparecer por cualquier circunstancia, mientras que los negativos (y copias) sobrevivirán al fotógrafo , mientras que lo digital está sujeto a desaparecer por multiles factores.

Una de las maravillas de a fotografía digital está en la inmediatez de la imagen que junto a la variedad de programas de toma y de edición no solo abarata el costo, también acelera la entrega del material, evitando la espera para saber si en realidad la foto que ideó es la misma que ve en su PC , toda una maravilla, sobre todo porque con los nuevos smartphones la fotografía ha dejado de ser un asunto para elegidos. Como nada es perfecto, la fotografía no es la excepción , la disponibilidad de espacio en la nube, tarjetas de memoria, discos duros y cualquier otra forma de archivo ha logrado reducir la comprensión de la luz así como el acto de decodificar la escena en función del hecho comunicativo para disparar miles de fotos y solamente remitirse a escoger la imagen ganadora, mientras que trabajando con película y manejar todo el proceso nos permite comprender el fenómeno de la luz, no poder ver enseguida una fotografía al momento de hacer el disparo nos obliga a pensar en todos los valores que debemos manejar, el no tener (sin importar con cual película trabaje) miles de disparos a disposición fuerza a los fotógrafos a hacer todos los cálculos necesarios para buscar que su fotografía esté más cerca a lo imaginado, en determinado momento comenzará a hacer cada disparo pensando de antemano en los valores de encuadre, obturación, diafragmado para terminar pensando en cómo hará el revelado, la temperatura del químico el tipo de papel, si fuerza de modo químico o no si la película tal le dará un resultado determinado, el tipo de papel, en fin, todos los recursos a disposición que comparado con lo digital es en realidad muy limitada pero esa misma limitación es la que obliga al fotógrafo analógico a pensar la fotografía sin depender de las facilidades de los digital.

Este fenómeno obliga al fotógrafo a meditar antes del disparo, la limitación de película, la necesidad de minimizar errores y la imposibilidad de tener certeza de cuan bien (o mal) sale el trabajo obliga al fotógrafo analógico a pensarse bien antes de hacer el disparo, convirtiendo la fotografía en un ejercicio intelectual completo. La costumbre de trabajar bajo parámetros analógicos forma fotógrafos más conscientes del fenómeno de la luz y las posibilidades reales de su equipo y viéndolo de esta manera, si logra encajar todos los detalles que maneja trabajando en analógico, es lógico pensar en que cuando esté con un equipo que no tenga las limitaciones naturales de la película, entenderá fotografía de un modo más profundo que quien jamás ha tocado un negativo en su vida.

No es cuestión de suponer que un medio es superior a otro, todo lo contrario, es pensar en cómo obtener mejores resultados al conocer el proceso más a fondo, tener conciencia de cómo es realmente importante la luz por encima de todo el entarimado tecnosófico de hoy día.

Profesor José Ramón Briceño

12/07/2021