Realidad
y ficción siempre terminan siendo lo mismo en el hecho artístico, aunque la
fotografía pudiera ser algo diferente pues nos permite congelar pedacitos de
tiempo en bites (ahora, antes era en haluros). Cuando comencé en esto de la
fotografía no teníamos el auge del internet y cualquier novedad tocaba
esperarla en los kioscos de revistas cada fin de mes.
En
una de esas excursiones, allá por el año 99, hace un rato ya, me tropecé con
una publicación creo que ya extinta, era la revista FOTO española, en ese número
en especial estaba un portafolio de Chema Madoz, debo admitir que sus imágenes me
descolocaron, hasta ese momento veía la fotografía “seria” como otra cosa,
desde ahí la verdad he sido fanático de su trabajo, donde conjuga
realidad-ficción y poesía visual con un tino difícil de encontrar, no solo en
la calidad de su discurso visual, también en la elegancia de una propuesta sin
estridencias que llama a la reflexión y a ver desde otro ángulo las cosas
cotidianas.
A
continuación voy a reproducir lo que su página web con la firma de Luis Arenas,
habla sobre sobre su trabajo, “A menudo
ese par de conceptos (real y virtual) se presentan bajo la forma de una
oposición conflictiva. Llevados de otras oposiciones lejanamente emparentadas
(apariencia/realidad, potencia/acto, etc.), lo real y lo virtual parecen manifestar
una tensión irresoluble, una oposición frontal e irremontable. Lo que de cierto
hay en esa oposición no debe ocultar, sin embargo, la complementariedad que
cabe hallar aún entre ambos términos. La presencia ubicua de las tecnologías de
la información y su uso generalizado del término “virtual” —a menudo bajo el
significado de “irreal”, “aparente”, “simulado”, “ficticio”— corren el riesgo
de borrar para siempre los ecos de otro significado antiguo y venerable que ha
venido encerrando el concepto de lo “virtual” desde sus más remotos orígenes.
“Virtual” remite a la virtus latina, un término cuyas connotaciones —desde
“capacidad”, “potencia”, “poder” hasta sus más inmediatas resonancias
claramente morales o teológicas— no permiten adivinar la sospecha que sin
embargo hoy recae sobre guerras, sexo, juegos, políticas o imágenes que se ven
calificadas de “virtuales”. Lo virtual en este sentido peyorativo es algo
devaluado, algo que sufre una suerte de “depotenciación” ontológica que no
aquejaría, por lo que parece, a lo real. Paradójicamente, sin embargo, los
significados asociados al origen etimológico de las palabras virtus o virtualis
subrayan justamente la “potencia”, las posibilidades contenidas aunque aún no
realizadas en la cosa de marras.
Sospecho que ese juego
complementario entre realidad y virtualidad puede constituir un buen punto de
partida para aproximarse a la poética de Chema Madoz. De su mano decubrimos que
esa presunta oposición férrea entre lo real y lo virtual no siempre resulta
relevante en el terreno del arte y la estética. Resulta obvio que, de acuerdo
con un sentido positivo del término, las virtualidades de una persona o una
cosa —en el sentido de sus posibilidades aún no realizadas— no sólo no entran
necesariamente en contradicción con lo que esa misma persona o cosa es en la
actualidad, sino que justamente constituyen parte de su forma de ser y acaso lo
más real y valioso de la misma. En este caso, descubrir la virtualidad oculta
de algo no nos aleja de su última esencia; muy al contrario, nos pone en camino
de descubrir lo que el ente es en verdad”
Me
parece muy importante que las nuevas generaciones entiendan que el Ps. No lo es
todo, que el programa de retoque es para ayudar, no para hacer el trabajo de un
fotógrafo, lo cotidiano, al combinarse, se transforma en algo extraordinario.
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