domingo, 14 de agosto de 2016

Las etapas del fotógrafo (II)



En el post anterior hablaba de la primera etapa de un fotógrafo , quizás en mi caso (como en el de muchos) el paso del analógico al digital constituyó todo un nuevo aprendizaje, sobre todo mientras llegaban las réflex a precios accesibles para los venezolanos , sin embargo muchos nos habituamos pronto pues comenzamos a trabajar las réflex digitales tal como utilizábamos las analógicas autofoco , antecesoras de las digitales pues ya traían varios automatismos así como el milagroso autofoco que tanto reverencio pues siempre soñaba con tener un equipo con el que solo me preocupase del encuadre y los cálculos de exposición restando cuando menos ese incomodo momento del enfoque manual, sobre todo porque al disparo número cien ya tocaba trabajar por hiperfocal pues ya mi vista no aguantaba más, por supuesto con las limitaciones propias de la película de 36 exposiciones así como tener al hombro cuando menos dos cámaras para trabajar en color a blanco y negro, cuando no una tercera con película para diapositivas cuando pasé por la ventolera de hacer procesos cruzados de color por mera experimentación.
 
En la segunda fase, ya nos consideramos fotógrafos, para mis inicios muchas discusiones siempre estaban plagadas de químicos, papeles , películas y hasta técnicas de laboratorio, llegando incluso a menospreciar a los fotógrafos que no utilizaban los procesos de laboratorio manual como una suerte de apartheid fotográfico, tal como hoy en día hacen los tecnósofos de los procesos varios que hablan de revelados, RAW, HDR y demás artilugios , mirando por encima del hombro a quienes solo hacen sus imágenes en JPG como si de un blasfemo se tratase. Toca también asomarse un poco a esta manía de algunos en llamarse canonistas, nikonistas, iphoneografos y vaya usted a pensar en cuantos tipos de marcas con sus fanáticos existen.

He descubierto con cierto estupor los otros que también hacen gala de mala educación diciendo a alumnos u otros fotógrafos que si no usan tal o cual tipo de ordenador, tal o cual programa de retoque fotográfico no deberían considerarse profesionales, alegan talleres, cursos, postgrados y maestrías donde otros magna cum laudes en fotografía les aconsejaron trabajar de tal o cual manera y se aferran al ritual como si de dogmas de fe se tratasen.

En mi opinión los procesos son secundarios, al final lo que importa es el resultado (en fotografía claro) , cada quien se amolda a la técnica que mejor le resulte y a partir de ahí comenzar su investigación, la fotografía digital no existe hasta que está impresa o publicada, mientras está en el ordenador o en algún soporte, solamente son bites interpretados por una máquina que además son susceptibles a cualquier cosa que las elimine, Roland Barthes   decía que al espectador solo le importaba la imagen no como estuvo hecha.

Esta segunda etapa podría catalogarla como la del ego, los fotógrafos que están transitando por ahí se reconocen por la cantidad de datos técnicos que dan de su imagen, la descripción de sus equipos, a todos atarugan con historias de como hizo tal o cual foto, de cómo piensa alguna vez hacer tal portafolio. Tengo la impresión de que, sobre todo, están hambrientos de reconocimiento, hacen fotos a diestra y siniestra por el mero placer del disparo e intentan por todos los medios una originalidad que su misma necedad les niega, además de comenzar a abusar de las posibilidades no solo del retoque digital, se vuelven compradores compulsivos (los que pueden) de cuanto aparato les sirva para sus fines fotográficos.

Tal como dije esto no es un crimen, considero nociva esa época , solo para quienes tienen en mente ser artistas en cualquiera de las disciplinas que alcanza la fotografía, hay casos de muchos a quienes ser así les funciona en su vida profesional, pues no siempre intentar darle coherencia o pertinencia a las fotos es necesario, por ejemplo, los publicitarios (menores) que atienden lo que les pide un cliente, algunos de los que hacen bodas y quienes solo les interesa obedecer los designios de la novia sin permitirse dejar algún aporte de su opinión sobre el evento y algunos otros que no voy a nombrar por falta de espacio, incluyendo por supuesto a aquellos que hacen esas espantosas fotos de mujeres embarazadas que se ven en algunos estudios donde igual hacen ese tipo de fotos como las de carnet, pasaporte o cualquier cosa por el estilo donde no importa mucho la profundidad estética si no la cantidad de clientes atendidos por hora.

Quienes me leen de seguro conocen a alguien en ese trance, quizás también se sientan identificados, algunos se sonreirán, otros en cambio quizás no tanto. Esta etapa la vivimos todos en el tránsito de nuestro aprendizaje, es el periplo exactamente posterior a la última etapa. Lamentablemente he conocido muchísimos que jamás superan eso, quizás para intentar palear sus pobres imágenes perfectamente tomadas pero vacías en contenido, pues aún no han entendido que al final lo que interesa es que cada imagen cuente una historia, complete un discurso, diga cosas. Esa ausencia de contenidos le cierra las puertas de galerías, museos, salones y hasta prensa especializada, cosa que los vuelve con el tiempo en gentes realmente incomodas pues para ellos no importa más que la técnica y lo peor es que hasta se rodean de discípulos del evangelio de la nada fotográfica que piensan que eso es solo lo que existe.

La técnica impecable no siempre es sinónimo de calidad, los equipos de última generación, el ordenador más caro, el software de más nueva data o los discursos grandilocuentes sobre la complicada técnica con la que logran tal o cual imagen tampoco los hacen mejores, cuando comprenden que ese no es el camino ya trascienden al otro nivel que considero el óptimo para cualquier fotógrafo, sobre todo los que se consideran artistas o pretenden serlo alguna vez.
Prof. José Briceño
@plurifotos



No hay comentarios:

Publicar un comentario